Madre mía…

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La próxima semana en este mayo glorioso estaremos festejando a las madres, martes 10 exactamente. No deja de llamarme la atención que las tiendas dedican grandes espacios a exhibir productos vinculados con la celebración en comento: licuadoras, aspiradoras, cafeteras, planchas, microondas… son los regalos ideales para las mamás… Todos relacionados con el trabajo doméstico que corre por cuenta de la mamá, en el concepto tradicional de lo que significa serlo. Se sigue apelando a un imaginario materno que poco tiene que ver con la realidad de estos tiempos.

Hace 25 años -y hace 40 era rarísimo- el grueso de las mamás nos dedicábamos a serlo de tiempo completo, pocas eran las que por decisión propia salían al campo laboral. En mucho porque así estaba estructurada la sociedad. 

Hoy día, la mamá no deja de encargarse de los aspectos domésticos y escolares de sus niños, pero también tiene obligaciones fuera de casa; sin embargo, muchas comparten las tareas comunes con el cónyuge… o pareja, como se dice en la actualidad. Y hay también un buen número que se las averigua sola. En 4 de cada 10 hogares de México hay una jefa de familia.

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Las madres de hoy han aprendido a ser equilibristas, se dividen entre el trabajo y su familia. No es fácil, se requiere pasión por la profesión y a la vez devoción por su maternidad… ¡ah!, y sin olvidarse de sí mismas. No es fácil combinar las dos tareas, pero tampoco es imposible. 

Sin duda que cuando se vive una situación de esa naturaleza se entra en un proceso subjetivo muy complicado, toda vez que se tiene la responsabilidad de demostrarse a sí misma, primero, que se sigue siendo la misma, valga la redundancia; lidiar con el sentimiento de culpa por no rendir lo mismo, toda vez que las desveladas cobran un precio, o que hay que dejar al niño bajo el cuidado de un tercero. Son dos mundos que confluyen por vías distintas, pero se vive en los dos. 

Hay quienes se ven inmersas en esta realidad porque han decidido no renunciar a la profesionista, pero también las hay que trabajan para subsistir, son la única fuente de ingresos a su hogar.

La realidad es que hoy día las mujeres hemos salido y conquistado el mundo exterior. Hoy se nos han abierto las puertas para entrar al cosmos laboral, a las universidades, a la política, al deporte, al mundo empresarial, al dinero, a pensar de manera independiente. Finalmente hemos sido miradas, apreciadas y reconocidas en un espacio diferente al de nuestra casa.  Y esto no es cualquier cosa. Y esas nuevas mujeres acceden a la maternidad. Y esta se redimensiona. Nuestra propia genética nos permite ser multiprocesadoras, podemos hacer varias cosas a la vez, de modo que nos va mezclar la maternidad con la profesión u oficio que hemos elegido para realizarnos como seres pensantes, con talento e inteligencia.  

Ser mamá implica entrega y compromiso constante, es la ocupación más deliciosa, un beso, un abrazo de los hijos, el regalo de su sonrisa nos llena el alma. Una mujer puede ser médica, obrera, abogada, maestra, vendedora… pero primero que todo es MAMÁ. 

La maternidad es una manera de “constituirse subjetivamente” con otro, implica aceptar esa dependencia por un período de tiempo indefinido, fríamente entendido, hasta podría afirmarse que es contra su propia conveniencia, y no obstante, se acepta, se vive y se disfruta. No hay manera más entera de amar a alguien que esta, de verdad, porque a un hijo se le ama a plenitud, con todo.

¡Feliz Día de las Madres! Van por adelantado mis parabienes.

Respetuosa sugerencia: Invítenla a comer, a cenar, desayunar… pero FUERA de casa. Porque llegan todos a festejarla y quien acaba recogiendo el desorden es ella. No se vale.


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