Los partidos y sus personajes

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No hay lugar a discusión: el PAN arrasó en las elecciones. Es el ganador de los partidos y, en términos de personajes, Ricardo Anaya es el triunfador. Victorias como la panista del domingo pasado no se ven muy a menudo. Es lo que técnicamente se conoce como madriza.

¿Qué fue lo que le funcionó al PAN? Al parecer todo. Sería una mezquindad decir que el «mal humor» de la ciudadanía. También hubo candidatos capaces de canalizar ese malestar y superar, por primera vez en más de 80 años, al PRI en diversos estados. Y donde no hubo buenos candidatos, la gente estaba decidida a cambiar. Mantener como tema eje la corrupción fue un acierto. La selección de candidatos sin mayor problema, y el que todos los liderazgos del PAN y su militancia hicieran un trabajo conjunto, no fue cosa menor. Hace un año dominaban los sombrerazos, esta vez hubo tregua y jalaron para el mismo lado: todos en campaña.

Ricardo Anaya puede decir ya que, bajo su dirección, el panismo tuvo más estados gobernados que nunca antes en sus más de siete décadas de existencia. ¿Qué va a hacer con tanta ganancia? Eso es lo que está por verse: Ricardo enfrenta el dilema del nuevo rico, del tipo que se saca la lotería: ¿qué hará con tanta riqueza? ¿La gastará en parrandas con sus amigotes o invertirá su dinero? Eso lo veremos en el corto plazo. Y tiene un reto inmediato porque uno de los problemas más graves del PAN en la última década ha sido no saber procesar sus derrotas y sus diferencias. El reto ahora es procesar la victoria… y las diferencias.

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El caso del PRI es difícil. Se trata de un partido que llegó a las elecciones engañándose a sí mismo. Dueños de cuentas alegres, se desplazaban por el país cargados de videos comprometedores y de llamadas telefónicas que lo mismo evidenciaba un departamento lujoso que la queja por una guayabera en la tintorería o el regaño a un hermano huevón que no quería hacer campaña. Ufanos de su «capacidad de operar» creían que con esconder el logo y al Presidente bastaba. Pensaron que a base de escándalos lograrían que la población dejara de reaccionar y, por lo tanto, volverse inmunes. Lo votos fueron precisamente en contrasentido: el hartazgo de su corrupción y su impunidad. De sus personajes, Beltrones es el perdedor, más aún porque él mismo puso el rasero para ser medido. Nunca el PRI había perdido tantas elecciones. Un récord que sin duda será una mancha difícil de borrar.

En Morena las cosas no salieron como lo pensaba su líder Andrés Manuel «el sin hermanos» López Obrador. Sin embargo, no es en absoluto despreciable lo obtenido. Pero ensombrece con el triunfo panista. Es claro que no es la única alternativa al PRI. Por eso no ha salido a medios. No parece haberle resultado la estrategia de andar de chistín con el avión, Obama y el frijol con gorgojo. La cosa no está para andar con gracejadas, pero él así interpreta lo que pasa en el país.

Finalmente, el PRD continúa su vuelo en picada. Sus líderes se presentaban en campañas de otros partidos y su presidente se fue a apoyar la única que podían ganar y que terminaron perdiendo. Ahora Basave dice que el PRD fue indispensable para las alianzas. Otros que no entienden que no entienden.


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