Los Maderos de San Juan

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Desde su fundación, el Partido Acción Nacional se ha caracterizado por su coherencia, trabajo cercano con la militancia y los principios y libertades que defiende. Desde hacía más de 70 años el partido tenía claras sus banderas, su discurso y sus metas; la militancia trabajaba en conjunto, se consensuaban las decisiones y, a través del esfuerzo de todos, el PAN logró llegar a la presidencia del país.

La licencia que el dirigente nacional ha pedido para ausentarse del cargo un máximo de tres meses y buscar una diputación, no deja de sorprender a propios y extraños. Hace sólo unos años, la presidencia del partido era un lugar sagrado para los panistas, significaba la plataforma para seguir construyendo una opción política viable que velara por los intereses de nuestro país y sus familias.

La dirigencia nacional era la oportunidad de todo panista para demostrar su amor por el partido a través de la construcción de una agenda clara que permitiera seguir cosechando victorias. Era el lugar más alto al que un militante podía aspirar para seguir transformando a su institución política. Por este cargo pasó no sólo nuestro fundador, don Manuel Gómez Morin, sino secretarios de Estado e incluso un Presidente de la República. Todos ellos trabajaron bajo un mismo objetivo, hacer del PAN un partido más democrático y representativo.

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Hoy las cosas son muy distintas, quien peleara su reelección para la dirigencia deja el cargo después de tres meses sin un solo resultado. Sin una agenda clara, ni discurso definido, Madero abandona al partido en el momento en el que más necesita de un liderazgo que convoque a la unidad, la reconciliación y la reconstrucción del mismo.

Su decisión no es histórica, cierto es que ha habido otros presidentes que han hecho lo mismo, pero todos ellos lo hicieron bajo circunstancias distintas y con el fin de consolidar y fortalecer al partido desde otras trincheras, ninguno de ellos lo hizo a sólo 90 días de iniciado su encargo en medio de más problemas que soluciones. Cada decisión fue con miras en el beneficio del partido, nunca en el beneficio personal.

También es cierto que Acción Nacional no es una persona. Es por eso que la decisión que toma Madero debe significar el inicio de una nueva etapa para el partido, una etapa en la que haya una agenda definida, un discurso atractivo, un objetivo común, pero sobre todo, en el que la voz de la militancia no sea ignorada.

Gustavo Madero no dejó claro cuándo volvería, bajo qué términos y cuáles serían los objetivos de este regreso; sin embargo, como panistas, deben volver a ser consistentes y exigir un partido con líderes congruentes. No cabe duda que en el PAN cada militante trabaja desde distintos planos, pero esta vez el PAN necesita un líder comprometido al frente de la próxima batalla, las elecciones del 2015.

Hoy se podrá decir que Gustavo Madero demuestra su astucia al poder saltar de un cargo a otro usando al Partido Acción Nacional. Lo cierto es que en la construcción de su proyecto personal, los intereses del PAN están siendo arrastrados a la deriva, tan sólo la semana pasada el partido apenas pudo alcanzar su registro. El partido no es de una persona, y mucho menos de alguien que la usa como un trampolín. Hoy es momento que Acción Nacional recuerde las condiciones que le dieron vida y vuelva a luchar por las causas que le dieron origen, vuelva a ser una opción entre la ciudadanía.


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