Especialistas en economía han alertado acerca del efecto que están tenindo los aranceles –el arma favorita de Trump al inicio de su segundo mandato– en la economía de Estados Unidos y no hay buenas noticias que compartir.
Las políticas arancelarias implementadas por el presidente Donald Trump han generado múltiples efectos:
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Aumento de precios al consumidor: Los aranceles han incrementado los costos de importación para las empresas estadounidenses, que en muchos casos han trasladado estos costos a los consumidores. Esto ha resultado en un encarecimiento de productos como juguetes, electrónicos y alimentos, afectando el poder adquisitivo de las familias.
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Inflación y presiones económicas: La subida de precios ha contribuido a una inflación superior al objetivo del 2% establecido por la Reserva Federal. Este incremento en la inflación, junto con el aumento en los costos de vivienda y servicios públicos, ha generado preocupaciones sobre una posible recesión económica, denominada por algunos como «Trumpcesión».
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Incertidumbre empresarial: La naturaleza impredecible y cambiante de las políticas arancelarias ha generado incertidumbre entre las empresas estadounidenses. Esta volatilidad dificulta la planificación de inversiones y decisiones de contratación, afectando negativamente el clima empresarial y la confianza en el mercado.
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Impacto en sectores específicos: Industrias que dependen en gran medida de importaciones, como la manufactura de juguetes y electrónicos, han sido especialmente afectadas. Los aranceles han incrementado sus costos operativos, lo que ha llevado a reducciones en la producción y, en algunos casos, a despidos de trabajadores.
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Reacciones internacionales y reconfiguración de alianzas: Las medidas proteccionistas de Estados Unidos han llevado a otros países a buscar nuevas alianzas comerciales. China, por ejemplo, ha emergido como un beneficiario clave, atrayendo a naciones que buscan alternativas al mercado estadounidense, lo que podría debilitar la posición económica y geopolítica de Estados Unidos a largo plazo.
En conjunto, estos factores sugieren que los aranceles impuestos por la administración Trump están generando desafíos significativos para la economía estadounidense, afectando tanto a consumidores como a empresas, y alterando las dinámicas comerciales internacionales.
Pero Trump va a seguir jugando con esto por una simple razón: son muy populares para su base electoral que aplaude cada vez que anuncia la imposición de aranceles a ciertos países, pues comparten su visión de que gracias a éstos Estados Unidos (America) será grande otra vez, pues parte de la justificación de que los países que tienen un superávit comercial con su nación están abusando de ellos, como el inquilino de la Casa Blanca ha dicho en repetidas ocasiones.
Si Trump aplaza la entrada en vigor de aranceles –como ha sido el caso de México y Canadá–, dirá que es porque están haciendo lo que él pidió y así puede seguir durante todo el periodo en el que estará al frenta de la presidencia estadounidense.
Los argumentos de Trump parten de la base de que Estados Unidos no es respetado en el mundo y que la prueba de esto es la manera en cómo se abusa mediante el comercio, por lo que los aranceles son parte de su estrategia para recuperar la grandeza de su país.
En tanto, los mercados seguirán con tendencias negativas, la inflación se mantiene alta, los costos de producción y de importación irán al alza, en medio de una borrachera de aranceles, aunque la popularidad sea alta de estas medidas.
En la medida en que Trump vea que las encuestas ya no le favorecen y los mercados manden mensajes negativos, los aranceles podrían desaparecer mostrando que estamos ante un gobierno de ocurrencias que sólo buscan alcanzar la popularidad.
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