El concepto de autoridad moral ha sido aprovechado por quienes quieren aprovechar la falacia de autoridad, también conocida como falacia ad verecundiam, que es un error lógico que consiste en defender una idea apelando a la autoridad de una persona o grupo, en lugar de aportar razones.
Lo vemos en mensajes de quienes se dicen simpatizantes del partido oficial, de la oposición o de quienes tratan de pasar como sin partido –disfrazándose de analistas o articulistas imparciales–, con los que intentan imponer sus puntos de vista sobre una variedad de temas.
Por ejemplo, en los esfuerzos de algunas organizaciones para crear un nuevo partido, de inmediato salen a descalificar estos trabajos calificando a los participantes de distintas maneras, pero callando cuando alguien les hace ver que no han participado nunca en su vida en política activa, ni en actividades en las calles con labores partidistas. Su único argumento es que para ellos se trata de un trabajo que no se debe hacer y ya, caso cerrado.
Son los mismos que cuando alguien opina algo de cualquier tema, de inmediato salen a tratar de corregirlo o para puntualizar algún aspecto para monopolizar la conversación y terminar pontificando.
Se disfrazan de analistas independientes –aunque si se revisa un poco sus biografías se verán las ligas con partidos, empresas u organizaciones, lo que contradice su supuesta independencia–, y siempre evaden el intercambio público que los pueda desnudar en sus verdaderas intenciones.
En la pasada campaña electoral, se dedicaron a intentar corregir o aleccionar a los que, en el marco de la libertad de expresión, apoyaban a alguno de los bandos en disputa, tratando de anticipar la definición de la votación o señalando quien tenía la razón y quien no.
Cuentan con simpatizantes que replican sus mensajes, pero sólo con eso muestran que son un mal que se extiende por todo el espacio digital.
Por último, el más lamentable de estos ejemplares es el dirigente político que no cesa en repetir que por su autoridad moral –sin aclarar en dónde se le otorgó o cómo logró alcanzarla– puede hacer afirmaciones que carecen totalmente de sustento, como en cierto movimiento en el que atacan constantemente a la oposición a la vez que reciben con abrazos a los más corruptos representantes de sus adversarios.
Y sí, la autoridad moral es el pretexto para ocultar los peores vicios de la política mexicana.
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