Tres estampas de influyentismo, abuso e impunidad.
Como ya se ha hecho costumbre, en los últimos días hemos podido conocer tres acontecimientos que de nueva cuenta reflejan el abuso con que actúan los políticos en nuestro país, así como el influyentismo de quienes ostentan sus vínculos con ellos -que en ocasiones resultan ser aún más prepotentes- y todo ello auspiciado por la impunidad imperante.
El primer caso lo protagonizaron el empresario Raúl Libien, dueño del Grupo Miled (para no variar del Estado de México que publica una revista y un par de periódicos que se han beneficiado a través de la celebración de contratos de publicidad con diversas dependencias del gobierno federal) y sus escoltas quienes en dos ocasiones agredieron al funcionario de la delegación Miguel Hidalgo, Arne Aus den Ruthen.
En el marco de un programa denominado “vecino gandalla” que busca exhibir a quienes cometen alguna falta administrativa, Arne solicitó que grúas de la Secretaría de Seguridad Pública retiraran unos vehículos que se encontraban estacionados sobre la banqueta violando el Reglamento de Tránsito ante lo cual, Libien arremetió contra él mediante un prolífico catálogo de groserías y amenazas, lo que le valió que en redes sociales lo bautizaran como #LordMeLaPelas, pues todo quedó grabado.
Unos días después, en un acto de venganza, los mismos escoltas lo subieron a uno de los vehículos para golpearlo y quitarle el celular, pero no se dieron cuenta que estaba encendido transmitiendo sus acciones en vivo por Periscope. Es claro que para estos personajes su cercanía con el poder político los ampara de cumplir con las normas (Libien presume su amistad con el presidente Peña Nieto y nadie lo ha desmentido), pero todavía resulta más preocupante que la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México haya emitido una recomendación por difundir datos personales de los infractores.
Otro asunto que ha merecido la atención de la opinión pública, es el “aventón” que recibió la cantante Belinda en un helicóptero de la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán para asistir a un evento del Papa Francisco en dicha entidad. Claramente se trata de desvío de recursos públicos pues nada justifica que se utilice un transporte oficial para trasladar a un particular -por muy artista que sea-, sin embargo, Silvano Aureoles ha optado por guardar silencio dando lugar a todo tipo de especulaciones ya que incluso se ha dicho que se trata de una “aventura” del enamoradizo gobernador.
Independientemente de lo que haya detrás de las “deferencias” que tuvo el político michoacano con la cantante, una vez más atestiguamos el ofensivo abuso del poder con fines personales que, cuando menos hasta el momento, no ha tenido consecuencias.
Y para cerrar con broche de oro, el periódico español El País afirmó en su edición del pasado lunes, que el gobierno mexicano había utilizado todos sus recursos diplomáticos y legales para apoyar al ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, a quien en esta ocasión se le acusó por lavado de dinero. Si ya de por si había provocado indignación el que el también ex presidente del PRI hubiera sido liberado por las autoridades españolas a pesar de todos los señalamientos que se han hecho en su contra, la intervención de la Secretaría de Relaciones Exteriores y de la Procuraduría General de la República causa aún más irritación, ya que además de tratarse de un caso más en que todo indica prevalecerá la impunidad, contrasta con el abandono que padecen muchos mexicanos que se ven en la necesidad de cruzar la frontera con el vecino del norte, o incluso cualquier turista que enfrenta algún problema en el extranjero. En resumen, #LordMeLaPelas, Belinda y Moreira son los nuevos rostros del influyentismo, el abuso de poder y la impunidad en México.
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