Latinoamérica y el populismo

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Es preocupante el perfil del liderazgo de izquierda latinoamericano. Atrás quedaron los falsos días del apego a las causas populares, del trabajo en favor de la justicia e igualdad de las personas.

Hoy recargados en su carisma personal acusan persecución política ante actos de corrupción y abuso de poder, venden proyectos de país sin representar transformaciones de fondo o manipulan procesos institucionales para mantenerse al frente del gobierno y lejanos a la rendición de cuentas de los regímenes democráticos.

La primera década del siglo XXI ofreció una oportunidad para la izquierda de AL de plantearse como una opción moderna. De las urnas emanaron jefes de Estado carismáticos: Lula da Silva en Brasil, Hugo Chávez en Venezuela, Néstor Kirchner en Argentina, Daniel Ortega en Nicaragua, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, entre otros. Todos ellos traicionaron sus orígenes de motivación política al ganarles, desde las altas esferas de las instituciones públicas, la visión autoritaria de perpetuarse en el poder por reforma constitucional o mediante la imposición de incondicionales, así como de ejercer la opacidad en las decisiones de gobierno.

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Lula da Silva, el opositor de la dictadura militar brasileña y quien ganara hasta su cuarta candidatura, desea desarrollar su biografía con tintes de dictador vitalicio. Después de dos administraciones como Presidente y conseguir ser sucedido por Dilma Rousseff para asegurar su regreso a un tercer mandato. Tras encabezar un gobierno vendedor de ilusiones, hoy es acusado por la fiscalía de su país de participar en actos de corrupción vinculados con Petrobras, los cuales generaron condiciones financieras indebidas. Cabe recordar el triste papel de la entonces presidenta Rousseff viéndose forzada a designarlo como ministro en su gabinete, a efecto de que el expresidente evadiera temporalmente la acción de la justicia. La Revolución Bolivariana iniciada por Chávez en Venezuela fue dominada por el populismo. A su muerte, Maduro ha llevado la “revolución” a condiciones tan delicadas de desabasto de productos, que quizá ni siquiera la propia Cuba vivió en las peores épocas del bloqueo de EU. En ese país toda crítica es tomada como un acto de traición a la patria y rebelión civil, que ha forzado a la cárcel o al exilio a líderes empresariales y dirigentes con capacidad de convocatoria. Maduro gobierna con base en decretos dado un Congreso adverso y ha puesto cuanto obstáculo ha podido, a la celebración de un referendo revocatorio cuyos requisitos fueron ya solventados por el movimiento opositor.

En Argentina vivieron 13 años de Cristina y Néstor Kirchner. Políticos que confabularon para cederse el poder de manera directa con el fin de mantener una corriente política dominante, hoy Cristina tiene congeladas todas sus cuentas bancarias por sospecha de lavado de dinero proveniente de sobornos y presuntas irregularidades en la venta de dólares a futuro. En Nicaragua, el exguerrillero Daniel Ortega que combatió a la dictadura de Anastasio Somoza consiguió inhabilitar a la oposición legislativa y camina seguro a un nuevo mandato presidencial —que ejerce desde 2007— en un entorno decadente y antidemocrático. A los modelos de izquierda en la región les encabezan personajes carismáticos que sólo traen crisis, así como conductas autoritarias. La pregunta para México es qué pasaría con AMLO dada la similitud que guarda el dirigente de Morena con los perfiles que han hecho retroceder a AL.

AMLO adolece de las mismas incongruencias. Se dice progresista, pero actúa reaccionario en distintos frentes. Habla de gobiernos corruptos y cómplices, pero no tiene empacho en apoyar a personajes como Abarca. Se vende como moderado, pero respalda las actividades violentas de la CNTE, que impiden el surtimiento de víveres en comunidades y tienen al borde de la quiebra a cientos de fuentes de empleo; critica la iniciativa ciudadana 3de3, sin embargo, los mexicanos seguimos preguntándonos de dónde ha vivido desde que dejó su cargo de jefe de Gobierno en 2006, opacidad que le da suficiente como para asistir a costosos eventos deportivos y rodeado de estrellas internacionales en el extranjero. Al parecer, cualquier similitud entre López Obrador y los políticos de izquierda antes descritos, es mera coincidencia.


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