Las plataformas electorales, un mero trámite

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A la memoria de don Luis H. Álvarez,
al servicio siempre de México,
fallecido el 18 de mayo de 2016

En el ámbito federal, hace alrededor de tres décadas la legislación electoral estableció que al inicio de cada proceso electoral los partidos políticos presenten ante la autoridad su respectiva plataforma política.

Se entiende por plataforma el conjunto de propuestas de gobierno que en la correspondiente campaña someterán a los votantes al solicitar su apoyo, cuando se elijan autoridades ejecutivas, o bien el programa legislativo si se trata de elegir diputados –locales o federales- y senadores.

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La presentación de dicha plataforma ante la autoridad electoral se convirtió en un requisito, sin el cual los partidos pierden el derecho a postular candidatos, al menos en el proceso electoral en que lo incumplan. Es por tal razón que desde entonces todos los partidos, sin excepción, han dado puntual cumplimiento a esta condición. Y lo han hecho como han podido, casi siempre con documentos infumables, verdaderos mamotretos, con los que a las claras dejan ver que se trata sólo de salir del paso, de cumplir un mero trámite.

Luego esta disposición, necesaria y saludable, se extendió también a la legislación electoral de los estados, de todos. Y de esto hace ya fácilmente más de dos décadas. Pero en general ninguna atención se ha puesto a este asunto. Increíble en un país que pugna por consolidar su democracia, pero literalmente así ha sido, hasta ahora.

Salvo por la autoridad electoral, y eso exclusivamente por lo que hace a la recepción y registro de tales documentos que reciben de los partidos, jamás nadie –ni la propia autoridad- se vuelve a acordar del tema. Y nadie, es nadie. Ni los propios partidos que los presentaron ni sus candidatos. Tampoco las organizaciones ciudadanas, cuyo número cada vez es mayor, ni los medios de comunicación, que en esas plataformas podrían tener abundante material para sus reportajes y notas. Una vez más: Increíble, pero así es. Y así ha sido durante décadas. Luego nos sorprendemos del atraso político del país.

Verdaderamente es el colmo que ni la academia le haya puesto atención al tema de las plataformas electorales. No conozco algún estudio serio, y tampoco no serio, al respecto. Por paradójico que parezca, si los académicos prestaron atención a este punto hoy olvidado, podrían elaborar estudios excelentes aun con material prima de baja calidad. Podrían tornar en algo muy importante lo que hoy carece de interés. Prestarían un gran servicio a la democracia y a la vida pública del país sin mayor esfuerzo.

Imagine por un momento el lector los ejercicios comparativos, que los académicos podrían hacer de las plataformas de los partidos, concretamente en los trece estados que tendrán elecciones el próximo 5 de junio. O bien un análisis serio, a fondo, con rigor metodológico y técnico de las propuestas. O entre la congruencia de su publicidad electoral y el contenido de sus plataformas. Y no se diga si el examen se hace para ver qué tanto cumplieron las autoridades en ejercicio lo que propusieron en la campaña electoral anterior. ¿Será acaso mucho pedir?


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