El gobierno federal parece dispuesto a sumar a la conflictiva que enfrenta en el terreno de la desconfianza social, un nuevo flanco de inestabilidad política que puede conducirnos a una mayor ingobernabilidad del país.
En el norte de México se vive una tiranía con sus características esenciales: despotismo, simulación y represión política. Al disimulo que el gobierno de Peña Nieto brinda a las raterías del gobernador de Chihuahua Cesar Duarte Jáquez, se agrega la convalidación a las peores formas de desgobierno. A la par de la corrupción política galopante, crece la inseguridad y la violencia; se agrega el uso de la policía para silenciar a las voces críticas.
La Secretaría de Gobernación conoce la realidad, pero prevalece el sistema de tapaderas, la mecánica de la componenda. Juegan con fuego en una tierra que conoce de incendios.
La propaganda gubernamental que inserta gacetillas en los periódicos de la ciudad de México y coloca reportajes pagados en medios electrónicos, pretende dar a Chihuahua como entidad resuelta en el tema de la inseguridad. Se abultan los dichos del oficialismo, en contrapartida se ocultan cifras y hechos criminales. Se falsifican las estadísticas y se da un manoseo inmemorial en las instancias judiciales para hacer coincidir el discurso. A los jueces que se resisten los castigan.
Los chihuahuenses sabemos que la realidad es otra. La sierra de Chihuahua está asolada por las mafias criminales a lo largo de todo el sexenio de César Duarte; hacen y deshacen con la población más vulnerable gozando de la protección de la policía estatal y las municipales; ahí se reubicaron desde que el operativo federal las replegó de Ciudad Juárez. En lo que va del año, los hechos violentos se han reproducido en diferentes puntos de la geografía estatal, y no hay semana que no se produzca uno de proporciones bestiales. Como el que se suscitó antier en la capital de Chihuahua.
Dos militantes de Acción Nacional fueron cobardemente asesinados, Martín Alonso Colmenero Ledezma y Francisco Javier Aguilar, jóvenes dedicados al trabajo político de su comunidad, de antecedentes y trayectoria intachables. Fueron localizados, con las manos atadas a la espalda y el tiro de gracia, en una brecha ubicada en el kilómetro 27 del nuevo libramiento que une las carreteras de Aldama a Chihuahua.
Colmenero tenía 31 años, fue presidente de la Comisión de Doctrina del PAN, candidato a diputado local por el Distrito 16 con sede en Chihuahua en 2010, delegado de la Reforma Agraria en el gobierno de Felipe Calderón y actualmente Consejero Estatal de Acción Nacional. En 2009 recibió el Premio a la Juventud “Agustín Melgar”. Francisco Javier Aguilar de 26 años y originario de Saltillo, Coahuila, realizó sus estudios universitarios en Chihuahua en donde forjó su militancia al integrarse activamente a las filas de Acción Juvenil. Aún no se conoce ninguna línea de investigación.
El 28 de febrero la Ciudad de Parral se estremeció debido a que en pleno concierto de música norteña fue baleado el cantante Alfredo Olivas; le abrieron fuego en medio de un salón de fiestas repleto en el que resultaron heridas siete personas; el joven Rolando Osiel Chávez de 17 años y Miguel Alonso Rojas Ocón, fallecieron ese mismo fin de semana.
El Ultra Maratón Internacional “Caballo Blanco” que se realiza anualmente en la sierra de Chihuahua tuvo que ser cancelado el 1 de marzo. Otra balacera entre grupos criminales en la comunidad de Guapalayna, municipio de Urique, puso literalmente en vilo la vida de decenas de corredores profesionales venidos de varias partes del mundo como China, Japón, Holanda, Estados Unidos y Argentina. Compiten con Tarahumaras de los municipios de Urique, Batopilas, Guachochi y Bocoyna, que por lo regular siempre les ganan a los visitantes. Controlada la zona por las mafias criminales en componenda con la policía estatal, los corredores solicitaron el apoyo del Ejército para sacarlos de ahí.
Tanto en Chihuahua como en la ciudad de México, la noticia fue encapsulada lo más que se pudo por el gobierno estatal. Pero el 3 de marzo The New York Times reportó la cancelación del evento deportivo “ante amenaza de narcoviolencia” y a través de una entrevista a Josue Stephens, uno de los organizadores del maratón, señaló entre los motivos de dicha cancelación la violencia que flagela al municipio, misma razón por la que el futuro es incierto.
El 10 de marzo se reportó también el hallazgo de los cuerpos sin vida de Erick Fabián Paredes Valois y Jesús Manuel Pérez Montoya, ambos jóvenes encuestadores del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el municipio de Urique. Días después fueron asesinadas Ivonne Adriana Valenzuela Gómez de 45 años y Cinthia Berenice Valdez Valenzuela de 25 años, madre e hija, sus cuerpos fueron hallados en las calles de Ciudad Juárez.
Uno tras otro, los hechos de violencia desmienten el cinismo del gobernador que, desde hace dos años, repite que “son eventualidades violentas”, “hechos aislados”. Es el estado en “paz” que vino Duarte a presumir en el Senado el pasado 22 de enero, como ponente del foro sobre reformas en materia de seguridad y justicia, la dura realidad es otra, y cada día enciende los ánimos sociales ante tanta mentira e impunidad.
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