La barbarie: todos ponen

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Lo que hemos visto estos días en Guerrero es de pavor. Del luto a la anarquía y de ahí a la desesperanza de lo que pueda pasar.

Resulta inevitable seguir en el tema de Guerrero. No hay manera de hacerse a un lado. Día tras día algo nuevo sucede. Vamos del horror a la anarquía, con la certeza de que volveremos al horror cuando sepamos los resultados de las investigaciones, cuando se sepa algo cierto sobre los 43 estudiantes desaparecidos.

La violencia está de regreso en el mapa mexicano. Quizá es que nunca se fue y dejar de hablar de ella, como es evidente, no la despareció. Todo el trabajo de cambiar la imagen, de vender un México moderno y reformador, está a punto de caerse. Hay que aceptar que el México de las reformas existe, pero también el de Iguala.

Lo que hemos visto estos días en Guerrero es de pavor. Del luto a la anarquía y de ahí a la desesperanza de lo que pueda pasar. Hay que decirlo: los maestros y los normalistas de esa zona en Guerrero son lo más parecido a una banda, a una suerte de delincuencia organizada soft. En algunos de los múltiples testimonios recabados, un estudiante decía que ellos sí asaltaban comercios, quemaban establecimientos, asaltaban y secuestraban autobuses, pero que jamás se habían metido con el crimen organizado. Como de costumbre, el ciudadano que quiere tener una vida normal es el que paga. En este caso paga la violencia y el miedo que genera el crimen organizado y la violencia y la indignación por los maestros y estudiantes que, recurrentemente, hacen de ese lugar una selva. Solo así se entiende el hartazgo de cierto sector de la población con los normalistas. Solo así se entiende que un médico en lugar de atender a un estudiante herido que entró a su hospital, lo haya denunciado. Parece que en Guerrero todos están hartos de todos.

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El incendio del edificio del gobierno es una muestra más de la barbarie en Guerrero. Lo criminales aportan su barbarie ya conocida con sus métodos de terror; el gobierno municipal, aporta su barbarie al entregarse al crimen organizado: juntos matan estudiantes. Los normalistas y maestros aportan su dosis de barbarie al retener en un edificio público a personas que fueron simplemente a laborar o a realizar un trámite y terminan quemando el edificio. Los estudiantes michoacanos que secuestran más de 20 autobuses y la policía que los cuida durante el recorrido para que no les pase nada: aportan también a la barbarie. Y por supuesto el gobernador aporta: su enorme capacidad para irritar, su cinismo sin límite, su irresponsabilidad con el estado, sus declaraciones desafortunadas, su presencia caciquil, su inutilidad ante la emergencia, son parte de la barbarie. Hasta los avances en la investigación aportan involuntariamente algo a la barbarie, porque si no son de los estudiantes los cadáveres encontrados, ¿de quiénes son?

Considero que ayer la PGR fue honesta en el manejo de la información. Hay que tomar en cuenta su conferencia de prensa en la que anunció lo encontrado en algunas fosas. La prisa es mala consejera en estos casos, mejor la transparencia que fortalece la credibilidad en un plazo mayor que el de la desesperación. Lo mismo en el caso de lo dicho por Videgaray, haber negado la afectación de la imagen hubiese sido una declaración con consecuencias negativas. Creo que son dos puntos a favor en el equívoco manejo de la crisis del gobierno.

En casos como estos no hay manera de poder acomodar la realidad a la medida del deseo del gobernante. En la capacidad de reacción es donde se ven los reflejos y los alcances del gobierno. Hace unas semanas Osorio Chong sorprendió a todos con su reacción ante los estudiantes del IPN. No le duró mucho, pero se llevó aplausos. El problema es que en Guerrero no hay templete a la mano. Lo que hay son fosas.


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