¿Y quién ofreció puros santos en el PAN?

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Cada que un miembro o presunto militante de Acción Nacional comete o parece cometer un grave error, un acto deshonroso o de corrupción, no faltan quienes se rasgan las vestiduras, acusando al partido de bola de hipócritas.

¿El problema? Es de visceralidad: confundir intencionalmente la parte con el todo, personas en particular con la suma de la militancia y su dirigencia.

Curiosamente, al mencionar al PAN como paladín de principios morales, para luego acusarlo de hipócrita, es en sí un elogio, pues resulta que de entre los varios partidos políticos del país, es EL partido de la buena moral, cosa que nadie espera del priismo o del perredismo, por ejemplo.

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Pero lo que se ve en otros partidos como triste “normalidad”: la corrupción, la manipulación, el amiguismo y la incompetencia demostrada, se convierte en casos ejemplares cuando algún panista “mete la pata”, como los detenidos en Brasil, o el del “simio” en el futbol, o en el baile con teiboleras por honorarios, o de algún alcalde aliado al narcotráfico.

De cuando en cuando, algún funcionario panista es acusado de corrupto, con o sin razón para ello, y de allí llevan la acusación a generalizarla. Dicen los antipanistas que el PAN resultó “más corrupto que el PRI”, por supuesto sin demostrarlo. Curiosamente, las estadísticas oficiales u oficiosas sobre corrupción en México, son cosa reciente, del gobierno de Vicente Fox para acá. ¿Cómo comparar niveles de corrupción cuando no había cifras? La mala fe y el fanatismo lo logran.

Lo que es importante reclamar, es que el PAN, como organización humana, no puede y no ha intentado asegurar que es una organización humana libre de personas débiles, inmorales o delincuentes. Nadie, nunca ha ofrecido un conjunto de santos intachables.

Hay de todo en la viña del Señor, o en cualquier otra viña. Tradicionalmente, en su “brega de eternidad” de 75 años, el PAN se caracterizó por tener una mayoría de militantes idealistas, en busca del bien común, solidaria y subsidiariamente.

Pero los triunfos electorales en el poder ejecutivo de municipios, estados y federación, volvió al partido un panal de rica miel que atrajo a oportunistas y convenencieros, en búsqueda de su provecho personal. Y su mal actuar ha dado mala fama al partido azul.

Los buenos panistas son los primeros en reclamar, acusar y pedir justicia ante el mal actuar de los malos panistas, los oportunistas infiltrados, a quienes les valen nada la doctrina y los principios.

Es importante pues insistir en que como grupo humano, el que sea, Acción Nacional no es tierra de santos, lo es de humanos, y que efectivamente, es el partido que más se distingue por su bandera de respeto al Estado de Derecho, la primacía del bien común y de la dignidad de la persona.

Que haya pillos en su militancia, es asunto de personas, pero que institucionalmente no se distingue por pillerías, lo que si se ve y ha sido visto como distintivo de priismo y perredismo en sus formas de gobierno interno y de administración pública.

Hay que insistir, el PAN nunca ha ofrecido absoluta santidad de militancia ni de dirigencia. Ofrece gobiernos de personas, que aunque debieran caracterizarse por su honestidad y fidelidad a los principios, tiene sus excepciones, y son éstas, precisamente, las que provocan los escándalos y los gritos de ¡hipócritas!

Mientras tanto, cuando aparecen pillos en el priismo o perredismo, esos gritos no se escuchan, pues “ya se sabe” de qué pie cojean en general. Esa es la diferencia.


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