¡Pongamos fin a la violencia contra las mujeres!

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A finales de 2014 investigadores del Instituto Belisario Domínguez realizaron una revisión de datos sobre el porcentaje de mujeres sujetas a situaciones de violencia y el tipo de agresiones que sufren tanto en nuestro país como en otras naciones. Los datos no dejan lugar a la duda; nos queda mucho por hacer para que vivan en condiciones de tranquilidad y seguridad.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 35% de las mujeres en el mundo han sufrido violencia de pareja o violencia sexual por parte de otras personas. Además, según la misma fuente, 38% de los asesinatos de mujeres a nivel mundial son cometidos por sus cónyuges o parejas.

En México el porcentaje de mujeres que sufren violencia es mayor al promedio mundial y, peor, va en crecimiento. Según INEGI, en 2006 43% de las mujeres de 15 años y más sufrió agresión por parte de su pareja, mientras que en 2011 la cifra fue de 47 por ciento.

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Al analizar el tipo de violencia resalta que aunque las agresiones de tipo sexual y física disminuyeron levemente entre 2006 y 2011 (en 5 y 1.7% respectivamente), la violencia emocional y económica aumentó durante el mismo período (5.6 y 1.1%). Queda claro que la violencia emocional afecta a más de cuatro de cada diez mujeres, pero el porcentaje se eleva a 60 entre las mujeres divorciadas, separadas o viudas que dicen haber sufrido agresiones por parte de su última pareja.

Según la Encuesta sobre la Dinámica de los Hogares, en 2011 la violencia en el hogar o doméstica alcanzó a 11.5 millones de mujeres mexicanas. Los porcentajes más altos ocurrieron en el Estado de México, Nayarit, Sonora y Colima, con porcentajes de entre 30 y 37.

Los actos de violencia en el espacio público (trabajo, escuela y comunidades) no son hechos aislados. La misma encuesta indica que 27% de los casos de violencia ocurren en este ámbito. Las entidades con los porcentajes más altos son el Estado de México, Distrito Federal, Jalisco, Aguascalientes, Nuevo León y Chihuahua (entre 17 y 21%).

El documento del Instituto Belisario Domínguez también presenta datos sobre la violencia laboral, los homicidios, los costos económicos, psicológicos y sociales de la violencia y los factores que colocan a las mujeres en situaciones de riesgo. A falta de espacio, resumo algunos de esos factores, tal como los expone la Organización de Naciones Unidas. Primero, en el plano personal, ser joven, haber sufrido violencia intrafamiliar y abusos durante la infancia, el uso de alcohol y estupefacientes y vivir en condiciones de marginación y exclusión.

En segundo lugar, en el ámbito de pareja y familiar, las situaciones de riesgo incluyen el control de los hombres sobre las decisiones y los recursos económicos y materiales, una historia de conflictos conyugales y disparidades económicas, culturales, educativas y laborales.

Finalmente, en los espacios comunitarios, el aislamiento de las mujeres, la discriminación, la subordinación, la tolerancia hacia la violencia y patrones culturales que colocan a las mujeres en un plano inferior al de los hombres son grandes situaciones de riesgo.

En México hemos trabajado mucho en adecuar la legislación, las instituciones y los programas de apoyo a las mujeres, pero queda un enorme camino por recorrer; en el plano público debemos lograr la completa armonización de leyes, fortalecer las políticas públicas y las organizaciones del Estado, en todos los niveles de gobierno, para disminuir los factores de riesgo e impulsar la seguridad y bienestar de las mujeres, entre otros muchos temas.

El éxito, sin embargo depende de todas y todos. Nos urge cambiar los patrones culturales, incluyendo actitudes y comportamiento, para que la violencia termine. Y esta es tarea de todos. ¿Cómo estás educando a tus hijas e hijos?


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