Hoy no funciona la economía en México

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Para muchos mexicanos la economía nacional está estancada, sin alicientes que la muevan. Para unos pocos, sí se mueve y les produce; pocos afortunados que con recursos están aprovechando las escasas oportunidades que ofrece el país. La clase media que ya era mayoría se ha contraído y más del 40 por ciento del país sigue en la pobreza (y de éstos, casi la mitad en la miseria).

Después de haber tenido crecimientos anuales cercanos o mayores al 5% por décadas (excepto en 1981-1995 y en otros pocos años), en 2012 comenzó a descender y en 2013 alcanzamos el mínimo de 1.44%. Si bien en este año las autoridades dicen que volveremos a crecer, el crecimiento esperado ha sido ajustado a la baja, aunque esperan llegue a 2.5 en 2015.

Como el comportamiento económico no afecta a todos por igual, la actual política favorece a los afortunados sobre los más pobres, a la población urbana sobre la rural y a quienes viven en el norte sobre los que habitan en el sur. La política fiscal debiera buscar no sólo corregir dichas iniquidades sino especialmente promover el desarrollo general.

Se nos dice que la economía no crece lo suficiente porque Estados Unidos, nuestro principal cliente, tiene problemas económicos. Sin embargo, el problema no viene del exterior, es nuestro. No es que los demás no nos compren lo suficiente, es que no hacemos lo necesario para compensar con otros destinos u otros productos, y sobre todo porque no se hace lo necesario para elevar el nivel de vida de los menos afortunados.

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Actualmente los beneficiarios de la economía -y los que más pagan impuestos- son los grandes propietarios de haciendas y fábricas, los concesionarios de minas y los dueños de grandes almacenes, así como distribuidores de maquinaria, automóviles y equipos. También están quienes aprovechan el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), exportando productos (hortalizas en especial) u ofreciendo sus servicios al comercio exterior.

También se encuentran en ese grupo quienes se han enriquecido a la sombra del poder aunque no necesariamente paguen impuestos sobre esas riquezas. Funcionarios y sus amistades, diversos políticos y sus gentes de confianza, proveedores y contratistas que han conseguido sacar provecho de decisiones y autorizaciones derivadas de actos de gobierno en todo nivel, no sólo en el federal, también en los estados y municipios.

En el otro extremo están los menos afortunados: obreros no calificados, comerciantes irregulares, artesanos no organizados, campesinos y jornaleros. Para ellos no existen los beneficios del TLC ni les afecta los vaivenes de la economía de otros países. Ellos requieren de políticas que los incorporen a la vida nacional y eleven su nivel de vida.

El gobierno federal es quien más influye en el comportamiento económico del país. Es quien puede promoverlo (o inhibirlo) con su acción y sus decisiones. Sin embargo, en el gobierno actual hemos visto el triunfo de la retórica sobre la realidad. Los mensajes y las imágenes nos muestran un país deseable pero que aún no existe, y que de seguir por el camino que vamos, se requerirá al menos medio siglo para alcanzarlo.

Los mensajes -y las acciones- que nos llegan del gobierno federal no logran fomentar la economía, como tampoco motivan a salir de la pobreza a quienes no poseen ni los bienes mínimos. Ni la discusión sobre los salarios mínimos (en la que el gobierno federal no ha dicho palabra) ha motivado a sus funcionarios a promover acciones que mejoren niveles de vida de la población de menores recursos. La meritoria campaña contra el hambre intenta aliviar un serio problema, pero no resolverlo; busca atender en vez de promover la elevación humana de los pobres entre los pobres.

La política fiscal del actual gobierno busca obtener más recursos de quienes ahora ya contribuyen, pero debiera hacer más por lograr que el desarrollo alcance a todo el país sin distinción. Tiene que incorporar a la economía formal a quienes ahora no lo están, haciéndolos contribuyentes del desarrollo nacional y no sólo de las finanzas gubernamentales. En próximas entregas propondré medidas concretas para incorporar a cada vez más mexicanos a la vida nacional.


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