La reciente convocatoria del inquilino de Palacio a sus fieles dijo que fue para conmemorar la nacionalización petrolera de hace 85 años; pero más bien fue para llenar su ego. Durante algunos de esos años sí hubo qué festejarle a PEMEX, pero en este año, y en la mayoría de ellos, sin motivo.
Si bien en un principio la empresa estatal PEMEX aumentó la producción de crudo, así como la refinación de derivados, con el paso de los años sólo crecieron sus declaraciones o el número de empleados y obreros. Hace 25 años ya tenía tres veces más obreros por barril producido que PDVSA, la similar venezolana. Hoy difícilmente puede compararse por distintas y tristes razones en ambos países.
Lo que sí es comprobable es, que tanto en este sexenio como en el anterior, la extracción de crudo no ha podido remontar a los volúmenes deseados. No sólo está muy por debajo de la extracción de los regímenes “neoliberales” sino no puede salir avante económicamente sin requerir del apoyo gubernamental para no ir a la quiebra.
Tampoco ha podido llegar a cifras de refinación prometidas ni siquiera incluyendo la refinería de Deer Park que se encuentra en el extranjero. Quizá cuando la inundada nueva refinería de Dos Bocas esté lista sí llegue a alcanzar las cifras de sexenios anteriores. PEMEX está lejos de las metas ofrecidas por el inquilino de Palacio, aunque eso sí, contribuye cada día más a contaminar la atmósfera.
Sólo los políticos del partido oficial, tanto del actual como del que gobernó buena parte del siglo XX, se atreven a decir que PEMEX es una empresa “para los mexicanos”. Cuando era monopolio, nunca proporcionó un buen servicio. Fue hasta que hubo gasolineras de otras empresas que comenzó su preocupación por la calidad del servicio a clientes.
Independientemente si la fabricación de vehículos eléctricos hará quebrar las refinerías de petróleo, el crudo tiene un futuro que PEMEX no ha sabido ver. Ciertamente, el futuro del petróleo no será como combustible, tendrá mucho mejor uso,
En las décadas por venir el petróleo se usará cada vez más para producir telas, plásticos y otros materiales en vez de quemarse. Pero hasta en eso no ha sido capaz de ver el cambio que sucede en otras latitudes. El gobierno y PEMEX se aferran al paradigma “revolucionario” sin atreverse a modernizarla para hacer cambios que hagan competitiva a la empresa y ésta deje de ser una carga para el Estado.
PEMEX produjo en 2022 14% menos gas licuado que en 2018, y ese gas es la base para producir el etileno y el polietileno necesarios para fabricar telas y materiales utilizados en la actualidad. La empresa estatal vende el gas licuado como combustible sin dedicar ni un peso ni un minuto a investigar lo que pudiera hacer con él en el futuro.
La aseveración del inquilino de Palacio de que su movimiento tiene ganada la elección de 2024 no puede ser tomada como profecía sino más bien como otro cuento de hadas como los de cada mañana. Si no ha podido mejorar a sus hijos predilectos vivos (PEMEX, CFE y AIFA) no va a lograr que funcionen los que aún están por operar como la refinería de Dos Bocas o el Tren Maya.
Menos aún va a poder lograr que el gobierno pueda repetir a través de alguno de sus delfines en el próximo sexenio. Sus resultados como gobierno son muy tristes en todo: educación, salud, seguridad, erradicación de la pobreza y el resto de los temas económicos. Pocos van a querer que siga el mismo partido.
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