Europa y la emigración africana

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En las últimas semanas se han multiplicado noticias sobre miles de africanos que, saliendo de Túnez, Libia y Somalia, emprendieron riesgosas travesías por mar buscando mejorar en Europa sus míseras condiciones personales. Muchas veces, los viajes promovidos por tratantes sin es-crúpulos terminaron en desastre. Hace pocos días un barco, cargado más allá de lo imaginable de migrantes, se volcó frente a Libia, con la pérdida de al menos ochocientos.

El criminal capitán, tras cobrar miles de dólares a cada pasajero, los encerró bajo llave condenándolos a una espantosa muerte. 

La ya irrefrenable marea humana que Amnistía Internacional calcula en unos 450 mil migrantes para 2015 no parece tener ni fin ni solución. A la honda miseria secular de los países africanos se añade la crueldad de fanáticos grupos asesinos musulmanes. La suma de desgracias significa muerte por inanición o asesinato.

Las reacciones en Europa han sido confusas y limitadas a vigilar fronteras marítimas y a labores de rescate. Italia destina 9.5 millones de euros mensualmente a estas labores. Mare Nostrum, la organización italiana, ha salvado más de 100 mil vidas en 2014, careciendo de suficiente presupuesto.

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Es un hecho que la gran emergencia humana que ha estallado en las costas mediterráneas coincide con los quebrantos económicos europeos que han visto sucederse las crisis irlandesa, portuguesa, española y, ahora, la griega. No hay capacidad en los países europeos para albergar y, menos aún, emplear a cientos de miles de desahuciados que esperan su suerte en improvisadas instalaciones.  

Anteayer todos los ministros de relaciones exteriores de la Unión Europea asistieron a una reunión de emergencia en Bruselas para tomar medidas urgentes. El resultado fue un plan de diez puntos, que incluye aumentar el área de operaciones de Frontex, la agencia europea de vigilancia de las fronteras comunitarias, triplicar los fondos para el patrullaje en el Mediterráneo y destruir los barcos usados por los traficantes para cargar migrantes. El Reino Unido propone acciones adicionales, al interior de los países africanos, para combatir a las mafias.

Según Federica Mogherini, la Alta Representante de la UE para Políticas del Exterior, esos acuerdos son tibios e insuficientes. La UE dedica sólo 3 millones de euros al mes a la vigilancia de sus fronteras.

La solución al inmenso drama de la migración africana está en la misma África. Es ahí donde Europa tiene que montar las estructuras que den algo más que medidas improvisadas para interceptar el tránsito de los desesperados que escapan de los mil peligros en sus países. Se necesitan todas las inversiones europeas que sean posibles para instalar, primero, escuelas, talleres y empresas, que den entrenamiento y empleo. La tarea es de décadas, pero los problemas son de hoy.

Las heridas del antiguo coloniaje se prolongaron en un cultivo de inacabables dimensiones que se revierten en sus autores.

Toca retribuir a África largos siglos en que las colonias europeas se adueñaron de recursos, arrebatando las tierras feraces, exuberantes bosques y hondas vetas mineras. 

Europa tiene que erguirse sobre sus quebrantadas economías y enfrentar el reto histórico que jamás calculó se le saliera de cauce y consolidar un apoyo comparable, en decisión y alcance, al que a su vez tuvieron las políticas de aprovechamiento que durante siglos subsidió, a ínfimo costo, el desarrollo económico y social de sus metrópolis imperiales. Se trata de responder al pavoroso drama que revienta desde los mismos países que otrora fueron fuente de riquezas.

Los programas se necesitan no en Europa, sino en África, con inversiones en educación, industrias y agricultura en los países que más generan emigración. Esta vez, el subsidio urgente irá en sentido contrario, no en favor del septentrión rico, sino hacia el sur, para los millones de seres humanos que la miseria ha desfigurado.     

El drama de la migración a Europa es lección para nosotros. La escala de la corriente humana que parte desde México y Centroamérica hacia Estados Unidos es, comparativamente hablando, igual. Todavía tenemos tiempo para solucionar esas tragedias en nuestro continente.


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