El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció hoy la imposición de aranceles recíprocos a partir de este martes, una medida que marca un punto de inflexión en el comercio internacional y promete repercusiones significativas en la economía global. En un discurso que denominó como el “Día de la Liberación” para la economía estadounidense, Trump detalló que se aplicará un arancel del 10% a todas las importaciones provenientes de cualquier país, un 34% adicional a productos chinos y un 25% específico a automóviles y autopartes fabricados fuera de territorio estadounidense. Estas medidas, que entraron en vigor a las 12:01 de este día, buscan, según el mandatario, fortalecer la producción nacional y reducir el déficit comercial.
El impacto de esta decisión no se ha hecho esperar. Los mercados financieros globales reaccionaron con una caída inmediata: el índice Dow Jones perdió un 2% en cuestión de minutos, reflejando la incertidumbre de los inversionistas ante un posible encarecimiento de bienes y una escalada en las tensiones comerciales. Economistas advierten que los aranceles podrían desencadenar un efecto dominó, afectando las cadenas de suministro globales que dependen de la interconexión entre Estados Unidos y sus principales socios comerciales, como México, Canadá y China, quienes en conjunto representaron más del 40% de las importaciones estadounidenses en 2024.
Para la economía mundial, el panorama es complejo. El gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda, expresó su preocupación esta mañana, señalando que los aranceles podrían frenar el crecimiento global al aumentar los costos de producción y consumo. En América del Norte, la industria automotriz –un sector profundamente integrado– enfrenta un golpe directo. Analistas de TD Economics estiman que el precio promedio de un automóvil en Estados Unidos podría incrementarse en hasta 3,000 dólares, lo que afectaría tanto a consumidores como a fabricantes que dependen de piezas transfronterizas.
México, el principal socio comercial de Estados Unidos, se prepara para un impacto severo. Con más del 80% de sus exportaciones dirigidas al mercado estadounidense, la economía mexicana podría entrar en recesión si los aranceles persisten. La presidenta Claudia Sheinbaum anunció que mañana presentará un plan de respuesta, descartando represalias arancelarias inmediatas y apostando por la negociación. En contraste, Canadá y China ya han reaccionado: Ottawa impuso aranceles del 25% a bienes estadounidenses por 30,000 millones de dólares, mientras Pekín aplicó gravámenes de entre 10% y 15% a productos agrícolas y energéticos de Estados Unidos.
Organismos como la OCDE y Goldman Sachs han ajustado sus proyecciones. La primera prevé una desaceleración en el crecimiento de las economías de América del Norte para 2025, mientras que el banco estadounidense elevó al 35% la probabilidad de una recesión en los próximos 12 meses, citando riesgos de inflación y pérdida de confianza. Aunque Trump defiende que los aranceles impulsarán la manufactura local, el precedente de 2018 –cuando los gravámenes a lavadoras elevaron precios sin generar empleos significativos– sugiere que el costo podría recaer en los consumidores. El mundo observa con cautela este nuevo capítulo de proteccionismo que amenaza con reconfigurar el comercio global.
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