Época de huracanes en México: realidad y retos

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Cada año, a partir de junio y hasta noviembre, México se enfrenta a la época de huracanes y ciclones que, por la posición geográfica de nuestro país y la amplitud de nuestras costas, generan un cuantioso número de inundaciones, daños económicos y, en algunas ocasiones, pérdidas humanas. El cambio climático ha exacerbado los efectos nocivos de las inundaciones en nuestro país durante los últimos años.

De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua) las precipitaciones en 2013 fueron superiores en 21% a las que ocurrieron entre 1971 y 2000. Además, un documento recientemente elaborado por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República recuerda que la combinación de fuertes lluvias, desbordamiento de ríos y lagunas, falta de desagües suficientes y acumulación de basura contribuye a generar inundaciones que afectan actividades productivas, como la agricultura, la ganadería y la industria, así como a provocar perjuicios a la salud y daños a la propiedad de la población.

Cita el documento que según el Subsistema de Información sobre Riesgos, Peligros y Vulnerabilidad, del Centro Nacional para la Prevención de Desastres (Cenapred) y la Secretaría de Gobernación, los ciclones más dañinos en términos de pérdidas humanas han sido Gilberto, con 255, en 1988; Pauline, con 250, en 1997; e Ismael, con 150, en 1995.

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Conagua clasifica a dos terceras partes del territorio nacional como áridas o semiáridas, y al sureste como húmedo. El mayor volumen de precipitaciones ocurre en Tabasco, Chiapas, Morelos, Colima y Veracruz. Las entidades con menor cantidad de lluvia son Chihuahua, Durango, Coahuila, Baja California Sur y Baja California.

En México existen varios instrumentos destinados a identificar y prevenir los riesgos provocados por huracanes e inundaciones. Conagua, por ejemplo, cuenta con un atlas digital del agua a nivel nacional, que coadyuva a prevenir peligros para la población y daños materiales al identificar dónde se requiere infraestructura de protección y coordinación institucional. Por su parte, el Sistema Nacional de Protección Civil, de la Secretaría de Gobernación, tiene la responsabilidad de “ofrecer prevención, auxilio y recuperación frente a desastres”. Además, los gobiernos de las entidades federativas cuentan con sistemas de protección civil.

La población también tiene efectos sobre las condiciones de seguridad frente a los riesgos causados por inundaciones, por ejemplo al arrojar basura a las calles -que tapa drenajes y desagües-, y al observar o no las recomendaciones de los sistemas de protección civil frente a situaciones de peligro. El gobierno del Distrito Federal, cita el documento del Belisario Domínguez, calcula que la mitad de los encharcamientos e inundaciones en la demarcación podrían evitarse si las personas evitaran arrojar deshechos en las calles.

El Poder Legislativo también ha trabajado en buscar soluciones y proteger a la población frente a las inundaciones. Durante la LXII Legislatura se han presentado cuatro iniciativas en la materia; dos de ellas están en análisis en la Cámara de Diputados (como cámara de origen), una en el Senado (también como cámara de origen) y la última ya fue aprobada por la Cámara de Diputados y pasó a la de Senadores para su revisión

Las iniciativas buscan ampliar la coordinación institucional en la prevención y atención de desastres, reducir los períodos para la declaración de ausencia y muerte de personas en zonas en desastres, y elevar las sanciones para quienes provoquen incendios, inundaciones y explosiones, en particular si lo hacen como medida de ataque contra poblaciones vulnerables, grupos étnicos y, en general, cualquiera que lo haga como resultado de discriminación.

Todas las iniciativas y las medidas de protección civil requieren de la participación activa de la población, para su propio bienestar. Nosotros y nuestras familias, así como nuestras ciudades y comunidades, estaremos más seguros si evitamos, todos, arrojar basura en la calles; si usamos, en la medida de lo posible, materiales y productos biodegradables; si ponemos nuestro granito de arena para disminuir nuestra contribución al cambio climático, que está aumentando las precipitaciones pluviales e inundaciones: caminemos más, usemos menos los vehículos automotores (porque lanzan gases con efecto invernadero (¡ello, además, mejorará nuestra salud, al ejercitarnos!). Finalmente, estemos atentos y seamos responsables frente a las recomendaciones de las autoridades de protección civil. ¡Es por tu vida la de tu familia!


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