Nuevamente estamos ante temas de la agenda global que tienen como origen o destino impactos locales indudables.
Existe un falso debate entre dos realidades aparentemente contrapuestas: el peso y el valor de lo local frente a la creciente influencia de lo global y su supuesta preeminencia. Lo cierto es que cada vez es más difícil establecer la línea divisoria entre ambos mundos y que no hay nada más lejano que pensar que lo uno supone la negación de lo otro, esto a pesar de la resistencia que presentan los “localistas” ante la globalización, convertida en ocasiones en férrea oposición y muchas veces en movimientos y causas reivindicatorias violentas.
Para resolver el dilema se ha acuñado la palabra glocal como neologismo que pretende asumir la conciencia de que, si bien y a fin de cuentas “toda política es local” – como sentenció en la década de los ochenta el portavoz del Congreso de los Estados Unidos Thomas O’Neill y que luego desarrolló en su libro All Politics Is Local: And Other Rules of the Game, también al mismo tiempo toda realidad política local es cada vez más global.
Al margen de esta discusión, aparentemente bizantina, lo cierto es que en nuestro país estamos ante una avalancha de acontecimientos internacionales y nacionales que nos obligan a definir una posición para hacer frente a los efectos locales de la agenda internacional respecto al país y de la agenda federal respecto a los estados.
Las elecciones del 5 de junio son uno de esos acontecimientos locales que no están exentos de la influencia central o federal, comenzando porque muchas veces las candidaturas a gobernador y alcaldes se construyen con apoyos de actores nacionales, personas o grupos que venden su influencia o buscan trasladar o ampliar su poder ejerciendo controles fácticos a través de dádivas o recursos a cambio de favores políticos o económicos futuros.
Con todo, cada vez son más claros los pesos y contrapesos de las realidades locales en cada entidad, de tal forma que terminan imponiéndose las condiciones de los candidatos o las agendas en torno a temas y demandas muy sentidas en cada región como es el caso de las fronteras o las luchas históricas de la sociedad por asuntos que han lastimado a las comunidades y que terminan siendo los factores determinantes para el resultado electoral por encima de cualquier influencia global por muy poderosa que parezca. El caso de la guardería ABC en Sonora o la victoria de El Bronco en Nuevo León pueden ser dos ejemplos de estos desenlaces así como la descomposición política y de seguridad en Veracruz y Tamaulipas que pueden ser preludio de alternancias largamente esperadas.
Y qué decir de la influencia internacional de los organismos multilaterales que, con fórmulas cada vez más novedosas, intervienen en los asuntos locales con singular relevancia como en el caso del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, donde a pesar de las denuncias sobre la probidad de algunos de sus integrantes mantiene su participación en los distintos peritajes y rivalizan, con ánimo de exclusividad y hasta de veto, ante la intervención de otras instancias nacionales e internacionales como la propia PGR o el nuevo grupo de expertos en materia de fuego (Grupo Colegiado de Expertos en Materia de Fuego). Independientemente de sus resultados, nadie duda de la presión que ejercen sobre el gobierno a través de redes internacionales perfectamente conectadas.
En este asunto local, el nuevo peritaje del grupo Colegiado y la anunciada reaparición del ex procurador Murillo Karam para defender la verdad histórica, son una muestra de la intersección con la agenda global al que, por lo que se observa, no se le ve aún el final para beneficio de los que se han aprovechado de esta tragedia con cargo a las víctimas y al desgaste de las instituciones de seguridad y justicia del país.
Y de última hora el escándalo denominado “Panamá Papers”, relacionado con la creación de empresas offshore que permiten ocultar millones de dólares de origen dudoso en paraísos fiscales a partir de un despacho panameño como operador de depósitos alrededor del mundo presuntamente relacionado con operaciones de lavado de dinero y evasión fiscal en favor de políticos, deportistas y potentados entre los que figuran actores nacionales, incluso algunos muy locales que ya se han ocupado de emitir un posicionamiento ante los medios de comunicación para deslindarse de los señalamientos.
Nuevamente estamos ante temas de la agenda global que tienen como origen o destino impactos locales indudables, como es el caso del llamado “constructor favorito del presidente Peña Nieto” que al calor del escándalo de la “Casa Blanca” supuestamente buscó ocultar cientos de millones en este tipo de triangulación. A reserva de deslindar responsabilidades, tal y como lo ha anunciado el Sistema de Administración Tributaria (SAT) luego de que realice las investigaciones, lo cierto es que el efecto local está dado y sus repercusiones no se harán esperar dados los acontecimientos político-electorales que están en marcha y los que se avecinan.
Mención aparte merecen fenómenos estructurales y de lesa humanidad como los derivados de las redes de crimen organizado para el tráfico de drogas, la trata de personas y el terrorismo por citar algunos de los tópicos más relevantes. En estos casos, como en los temas arriba mencionados, queda claro que hoy las realidades locales están fuertemente impactadas por fenómenos globales a tal grado que llegan a ser determinantes y ante los cuales el tiempo y la distancia son irrelevantes dada la conectividad y la movilidad propios de nuestra época: instantánea, líquida, muchas veces deshumanizada y sobre todo glocal.
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