En calidad de rehén

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Morena cree que merece algo mejor, algo más grande y en esa ansiedad ha perdido toda perspectiva de que quienes realmente lo merecen son los ciudadanos.

Toda ruptura deja estelas y consecuencias, resentimientos y celos que llevan a hacer intransitables las etapas posteriores. Y esta regla aplica también a la política.

La disfuncional relación entre el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que deriva de la ruptura de perredistas entre sí mismos, está llegando a un punto de choque y colapso del cual los ciudadanos comenzamos a ser rehenes por su incapacidad para hacer política en beneficio de la ciudad.

Sirve la Asamblea Legislativa del DF como objeto de estudio en donde los desencuentros son de todos los días, y es así como los diputados locales malgastan el valioso tiempo que tienen para hacer política pública en riñas, acusaciones y denostaciones que de nada sirven a los ciudadanos y, por el contrario, abonan a la ya de por sí maltrecha percepción que tienen de los políticos.

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Las vendettas políticas de las que Morena se siente víctima los ha llevado a lanzar amenazas al mismo jefe de Gobierno, con la firme intención de boicotear todo evento al que vaya. Parece no importarles quién se las hizo, sólo buscan quién les pague; encuentran el pretexto perfecto para excusar las limitaciones propias, lo acusan de estar detrás de la campaña de acciones en su contra, de ser el gran orquestador del bloqueo en el reparto de comisiones en la ALDF.

Morena cree que merece algo mejor, algo más grande y en esa ansiedad ha perdido toda perspectiva de que quienes realmente lo merecen son los ciudadanos. Están muy lejos de ser esa opción que profesaban al llamar a las casillas en junio de este año.

La izquierda, como siempre, no estaba a la altura de sus gobernados, los más afectados son los ciudadanos. Nuevamente, la ciudad es rehén de un pleito entre políticos, de un debate que no es para definir la mejor política pública, sino para ver quién grita más fuerte, quién patea más fuerte por debajo de la mesa, por ver quién hace la cartulina más grande.

Marginada ha quedado la agenda de la ciudad. Tanto el PRD como Morena han sido, además, incapaces de definir su agenda de trabajo, su estrategia legislativa, su plan para los próximos tres años. Ha sido más su interés en pelearse por las comisiones y los supuestos beneficios que ellos asumen que eso pueda conllevar.

Una vez más, Morena deja al descubierto su falta de pericia y conocimiento para hacer política, para entrar a la dinámica de cabildeo y de argumentación, que son fundamentales si es que aspiran a ser un partido que cumpla a sus electores.

La estrategia es equivocada. Si Morena aspira a ser distinto, a diferenciarse del PRD, a no replicar esas prácticas de las que tanto se queja, debe entonces demostrar ese interés al cambio, hacer política inteligente.

Tomar la tribuna, sacar cartulinas, amenazar con hacer boicots, eso es lo que ya hacían antes, mientras estaban bajo el cobijo del PRD. Se equivocan si creen que con esas acciones ganarán el debate.


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