El testimonio de Gómez Morin sobre López Velarde

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Por: Juan Antonio García Villa

El excelso poeta mexicano Ramón López Velarde, nativo de Jerez, Zac., falleció en la ciudad de México el 19 de junio de 1921 a la edad de 33 años. Mañana se cumple un siglo de su prematura muerte.

El 8 de febrero de 1944 el licenciado Efraín González Luna (EGL) envió desde Guadalajara –donde residía– una carta al licenciado Manuel Gómez Morin (MGM), ambos pilares fundadores del Partido Acción Nacional. En su escrito, el primero le comunica al segundo que con un tercero “le envía un pequeño volumen, que creo le interesará como interpretación de la poesía de López Velarde y como fruto de una gran capacidad de análisis [del autor], a pesar de un freudismo rezagado. El autor –le dice– es un muchacho con indudable talento y decidida vocación literaria que, por desgracia, anda sufriendo una lamentable indigestión de bellotas pretendidamente marxistas que produce en abundancia la Universidad Socialista”.

El título del libro que EGL hace llegar a MGM es “El concepto de la zozobra”, publicado en 1944 en la Perla Tapatía y el nombre del autor Arturo Rivas Saiz, a la sazón de 39 años, personaje de la vida académica y cultural de Guadalajara en aquel entonces.

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En carta fechada el 11 de febrero de ese año MGM comunicó a EGL haber recibido el libro y se lo agradece. Y cuatro días después, el 15 de febrero, le remite a EGL otra carta, bastante extensa, más cercana al género de ensayo que al epistolar, en la que hace referencia a tres puntos: su amistad con el poeta zacatecano (nueve años mayor que él); su desacuerdo con el autor “de acudir a Freud para explicar lo que caminos y razones de una psicología más normal, explican muy satisfactoriamente”, y su opinión sobre el trabajo del autor.

Su larga epístola MGM la empieza diciendo: “El libro de Rivas Saiz lo leí anoche con mucho gusto”. Y luego comenta: “No sé si le he contado que conocí y traté a Ramón; su madre y su hermana hicieron grande amistad con mi mamá, para quien él tuvo deferencias y atenciones especialmente cariñosas. Fue por los años de 1916 y 1917. No publicaba aún su primer libro, y su amistad constituyó para mi un deslumbramiento”.

Al final de su extensa carta MGM le dice a EGL que “ya ésta es demasiado larga y sólo me atrevo a mandársela porque cuanto a Ramón se refiere me interesa profundamente y quisiera que usted tenga de él una impresión exacta. Lo valúo tanto entre los míos, que me apenaría que usted tuviera de él una mala y deformada idea”.

En otra distinta epístola, del 23 de febrero, MGM le escribió a su amigo: “no sé exactamente por qué, me quedaba la impresión de que usted pudiera tener mal concepto (de López Velarde), más deformado aún por el ensayo de Rivas Saiz”.

Sobre la tesis del autor respecto a la personalidad de López Velarde, MGM escribió: “Ramón era complejo, extremadamente complejo; pero no tenía ‘complejos’ en el sentido freudiano, como no se quiera dar al término la latitud, de la que ningún proceso psicológico escapa, que hace caer en la malla vaga e indiscriminada de los libidos y de los complejos, los hechos más ordinarios y normales del funcionamiento psíquico”.

MGM expone que todas “las referencias de Ramón” fueron de una elaborada simbología religiosa “resultado de una niñez y de una primera juventud vivida con exquisita sensibilidad, en el seno de una vieja familia católica de provincia, en una vieja y aislada ciudad, en un contacto constante –en la escuela, en la casa, en la vida toda–, con la Iglesia, con la liturgia, con la interpretación y con los principios de la religión”.

Cuatro días después de la extensa carta, el 19 de febrero de 1944, EGL comunicó a MGM que dio al autor, Rivas Saiz, una copia de su carta del día 15 porque “considera que le hará mucho bien”. Luego, con otra carta fechada el día 24 del mismo febrero, EGL remitió a Gómez Morin el escrito con las impresiones de Rivas Saiz respecto de su carta, en la que éste “insiste en su posición freudiana”.

La respuesta de Rivas Saiz originó que MGM, el 29 de febrero, escribiera un más extenso comentario para desvirtuar la tesis de aquél respecto de López Velarde, en quien quiere ver esa “especie de pleito entre su mística y su erótica”. Imposible exponer aquí –así sea en forma resumida– el formidable alegato gomezmoriniano para que se tenga “una impresión exacta” de la personalidad de su amigo López Velarde.

A pesar de controvertirlo –en serio y a fondo–, en su carta del 15 de febrero MGM opina del libro de Rivas Saiz: “Creo que es un excelente ensayo, tal vez el mejor que se haya hecho, sobre Ramón”. Y en la carta del 29 de febrero expresa que “Rivas Saiz tiene agudo talento. Sabe ver. Su ensayo es por muchos motivos magnífico. ¿Para qué ponerse ‘orejeras’? Ha empezado a estudiar la figura de uno de los hombres más interesantes del México moderno, de México llanamente”.

EGL se entusiasmó tanto con el par de epístolas–ensayo de MGM sobre López Velarde, que un par de veces le propuso su publicación. En la primera ocasión le contestó que no, ya que las escribí –le dijo— “sólo para usted”. En la siguiente le expresó: “Dios dirá”.

Transcurridos más de tres cuartos de siglo desde que aquellas cartas fueron escritas y con motivo del centenario del fallecimiento del poeta y en homenaje a él, “uno de los hombres más interesantes del México moderno”, habría sido muy positivo que el PAN las hubiese publicado con un adecuado texto introductorio y las necesarias y pertinentes notas explicativas. Tal librito habría “hecho mucho bien”.

CRÉDITOS: Citas tomadas de Una amistad sin sombras. Correspondencia entre MGM y EGL, FCE, 2010, t. II, recopilada y anotada por sus nietas Alejandra Gómez Morin Fuentes y Ana María González Luna Corvera.


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