Dos tipos de cuidado

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En realidad estaría mejor escribir ‘tres tipos de cuidado’, pero me referiré sólo a dos de los que no han asumido su responsabilidad. Me refiero a Francisco Garduño y a Ignacio Ovalle. Ambos han fallado gravemente a su responsabilidad y en vez de renunciar por dignidad, gozan no sólo de una inmerecida libertad, sino hasta buena fama pública.

El primero sigue siendo hasta el momento Director del Instituto Nacional de Migración (INM). Pareciera no le afectó el reciente incendio del ‘albergue para migrantes’ de Ciudad Juárez. Si bien se ha iniciado una investigación para deslindar responsabilidades, incluso penales, a él parece no afectarlo. Dicho procedimiento alcanza a funcionarios de menor rango, pero no se ha visto que le afecte ni ha puesto su renuncia a disposición de su superior.

Aunque se ha señalado que fue un detenido quien originó el incendio, no se dice una palabra sobre la ausencia de políticas que protejan vidas humanas. Aún si fuera cierto que un detenido inició la conflagración, los lineamientos del INM debieran priorizar la salvaguarda de vidas humanas sobre su aseguramiento. No son criminales quienes detiene el INM; quizá fallen a la ley migratoria o a sus reglamentos, pero no implica de manera alguna que deban recibir un trato como el que sufrieron.

Durante décadas -más de medio siglo al menos- México protestó oficialmente del maltrato que las autoridades migratorias norteamericanas daban (dan) a los mexicanos indocumentados detenidos allá. Pero no se puede demandar respeto a nuestros migrantes si México no puede ofrecer respeto a quienes nuestro país detiene por no tener papeles. ¿Con qué cara podrán los diplomáticos mexicanos pedir respeto para nuestros migrantes?

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No recuerdo en los pasados cincuenta años de un episodio similar con nuestros migrantes en Estados Unidos. Nos hemos quejado del maltrato y abuso que sufren allá pero nunca se dio un incidente donde perdieran la vida decenas de mexicanos. A pesar de ello, el Director del INM no se siente responsable del hecho. Cree que las llamas fueron la causa de la muerte de los 40 migrantes, no que se deba a su política que no privilegia la vida.

Hay otro personaje que tampoco da la cara: Ignacio Ovalle. A pesar del enorme desfalco que causó al Sistema Alimentario Mexicano (SEGALMEX), que supera los ocho mil seiscientos millones de pesos tan solo en 2020. Ovalle, funcionario que en su pasado priísta dejó muchas cuentas pendientes de aclarar y que sorprendentemente fue nuevamente contratado para hacer un trabajo similar al que hizo en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. A pesar de haber sido cercando colaborador de quien es el villano preferido del actual okupa de Palacio, éste lo llamó para hacer una labor similar en su sexenio. No se puede decir que actuó inocentemente pues los abusos de Ovalle fueron documentados en su momento. Lo contrató porque el amiguismo le importó más que hacer un buen trabajo en beneficio de los menos afortunados.

En ambos casos puede verse el manto presidencial que intenta proteger a quienes siente cercanos. Por ello, las investigaciones no tocan suficientemente a los puestos más altos. Evita que las investigaciones lleguen cerca de sus protegidos para que nadie pueda relacionarlo a él, pero en ambos casos tarde o temprano lo alcanzarán.


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