Del Teletón

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Por esas cosas que pasan en nuestro país, el Teletón ha sido víctima de campañas en contra que realmente le dañaron la imagen. En el afán de algunos por envenenar el ambiente y emprenderla contra «los malos», son capaces de torcer absolutamente todo. A esto hay que sumarle nuestra patética vocación para sospechar de todo y de todos, lo mismo del Presidente que seguro hace cosas tras bambalinas con los «verdaderos dueños del poder», que del limosnero del semáforo, que seguro forma parte de una gigantesca organización de limosneros cuyos líderes son millonarios.

Víctima de las batallas políticas y de opinión, el Teletón pasó a ser en el imaginario una filial de Televisa, buque insignia de «las fuerzas del mal», de la «mafia del poder», iglesia y refugio de la perversidad nacional. Es una empresa que a veces hasta lo que hace bien se lo toman a mal. Cierto que también la empresa —que parece haber abandonado cierta proclividad a la desmesura— colaboró. Cuando uno se daba cuenta, la cantante de la imagen del Teletón era la imagen del gobierno de Peña, por ejemplo. Era una gigantesca cooperacha para darle en la torre a la buena obra. Todos opinábamos, pero nadie conocía.

Hace unos meses fui a conocer el CRIT de Tlalnepantla. Debo decir que fue una experiencia completa. No solo por lo que significa ver a tantos pequeños con problemas enormes luchando por salir delante de las limitaciones que injustamente les puso la vida, sino también por la nobleza y la gran calidad humana de quienes ahí trabajan con los niños. Es muy impactante verlos trabajar: el niño se esfuerza en caminar con las piernas aprisionadas por aparatos y la trabajadora que le auxilia a él más la decena que le toque ese día. Es una imagen que se convierte de inmediato en certeza de que eres bastante inferior a ellos en muchos ámbitos.

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En un conmovedor texto, Bárbara Anderson (MILENIO, 11/12/15), comenta lo agradecida que está con la gente que el propio Teletón ha preparado, capacitado y que con pericia auxilia a su hijo con parálisis cerebral. Katia D’ Artigues junto con Bárbara llevan a cabo una batalla notable en los medios para que se trate con dignidad a quienes tienen alguna discapacidad. El texto de Anderson es aleccionador de lo que es la batalla diaria de quien es madre de un niño con esas características. ¿Qué puede hacer una madre como Bárbara, con un hijo como el de Bárbara pero que no tiene un buen trabajo como el de Bárbara? No tiene otra opción que el Teletón. Ahí los reciben en unas instalaciones impecables, con la última tecnología y con personal altamente preparado (Teletón tuvo que poner una escuela, pues no había técnicos capacitados).

Al salir del CRIT, uno queda convencido de que si a veces el mundo avanza y todavía existe el sentido de la palabra gratitud, es por gente como la que trabaja en Teletón. A ellos gracias y felicidades por alcanzar su meta este fin de semana, pero más aún por todas las metas con todos sus niños.


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