Arranque lento y malo

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El nuevo Reglamento de Tránsito no está a la altura de las vialidades por las que circulamos.

La Ciudad de México cuenta con un Reglamento de Tránsito para una metrópoli de primera, pero con vialidades de cuarta.

El compendio de nuevas obligaciones de tránsito que se nos ha impuesto a los capitalinos no está a la altura de las vialidades por las que circulamos todos los días, donde nos encontramos con calles mal asfaltadas, baches, tráfico, semáforos sin funcionar y una larga lista de deficiencias más.

Hoy el ordenamiento no es congruente con la realidad que enfrentamos al salir de nuestros hogares, y por ningún lado se percibe el beneficio que debería acompañarlo.

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El PAN impulsó exitosamente una Ley de Movilidad para la ciudad que dota de las herramientas y consideraciones necesarias para convertirla en una urbe de primera, con sus bemoles y características únicas, pero esto no ha pasado.

Entendemos que la transición es paulatina, y hasta cierto punto ha sido lenta, por lo que la ciudad y sus habitantes no están listos aún para el nuevo Reglamento de Tránsito que, a la luz de la evidencia, hoy no es lo suficientemente conocido y popular.

Ahí están las pruebas en medios que hoy dejan ver que ni siquiera los propios elementos de las corporaciones de seguridad pública, encargados de la aplicación del nuevo ordenamiento, lo conocen a profundidad y detalle.

Lo anterior es de suma preocupación, pues se corre el gran riesgo de que sus artículos se conviertan en una guía y compendio para las extorsiones a los ciudadanos que no estén familiarizados con él.

De ahí la relevancia de considerar, como lo hizo el Senado de la República hace una semana, un exhorto para posponer la entrada en vigor del nuevo reglamento; no porque no esté a la altura de las normatividades de primer mundo, sino porque la realidad de la ciudad no lo está, los ciudadanos no lo están.

Los capitalinos estamos abiertos y dispuestos al cambio, de otra manera la dinámica de vivir en una metrópoli como ésta nos superaría; pero esta misma disposición debe ser compartida por las autoridades en turno.

Falta un compromiso mayor por parte de las autoridades capitalinas para que la implementación sea profundamente difundida: no basta con salir un día a las calles a entregar trípticos y al siguiente día se olvida.

Es necesaria una campaña intensa que informe claramente la lógica del reglamento y que se deje de percibir que se trata de una caza de automovilistas que, por desconocimiento, más que por atrevimiento, no son capaces de cumplirlo. Y es que basta ver los más recientes titulares de los periódicos, donde las notas son el número de multas que se imponen al día desde que entró en vigor, más que los supuestos beneficios.

El gobierno de la ciudad tiene ante sí una gran oportunidad de mostrar a los ciudadanos que es sensible a sus peticiones. Las leyes de primer mundo deben compaginar con una ciudad con esas características, y los capitalinos la queremos, la ansiamos.


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