Davos en México: Un anfitrión ciego y sordo

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Debemos preguntarnos si el gobierno de Peña Nieto verdaderamente tomará en cuenta las reflexiones del Foro para ajustar sus políticas públicas.

“Candil de la calle, oscuridad de su casa». Esta frase parece resumir bastante bien los infructuosos esfuerzos que el gobierno mexicano ha desplegado durante más de dos años para “brillar” en el concierto de las naciones, al promoverse internacionalmente como un régimen que nuevamente ha traído el progreso, la tranquilidad y la paz a la sociedad mexicana.

Dicha imagen, que sólo ha existido en el discurso oficial y que se ha derrumbado estrepitosamente en medio de escándalos de diversa índole, contrasta con la realidad de estancamiento, inseguridad y pérdida de confianza de los mexicanos hacia sus instituciones.

En una abierta contradicción con la búsqueda incesante por lograr la aprobación y el aplauso de la comunidad internacional hacia el régimen, éste de manera esquizofrénica ha manifestado sistemáticamente una total cerrazón y oídos sordos ante las observaciones y recomendaciones que organismos como la ONU y Amnistía Internacional han realizado en aspectos como los derechos humanos, el trato a los migrantes, la mala impartición de justicia o la impunidad, donde el país presenta balances catastróficos.

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¿De qué sirve que nuestro país sea firmante y forme parte de los acuerdos y convenciones sobre estos temas, si este gobierno no tiene la intención de respetarlos?

Dentro de los cada vez más fútiles intentos por seguirse vendiendo ante el mundo como el gobierno modernizador, tocó al país ser por tercera ocasión sede del Décimo Foro Económico Mundial, en su versión para América Latina (WEF Latam, por sus siglas en inglés). El evento se celebró de manera fastuosa del seis al ocho de mayo, teniendo como marco la esplendorosa Riviera Maya.

También conocido como el Foro de Davos, en sus reuniones  anuales asisten regularmente los principales líderes empresariales y políticos más influyentes del mundo, así como periodistas e intelectuales selectos, con la finalidad de analizar los problemas de mayor urgencia que deben ser enfrentados por la comunidad internacional.

Los trabajos del Foro se centraron en tres líneas temáticas: El fortalecimiento de las instituciones; el análisis de la estructura económica de los países de la región y la modernización necesaria para enfrentar un futuro cada vez más incierto.

En lo referente a las instituciones, la directora para América Latina del Foro Económico Mundial, Marisol Argueta, comentó que  “estamos aquí hablando sobre la necesidad de poder crear instituciones más dinámicas, con mayor credibilidad, que puedan responder a las necesidades actuales y más demandantes de la sociedad latinoamericana”.

El segundo tema centró el análisis en la estructura económica de América Latina, sus necesidades de diversificación, innovación y mejora de la productividad. Como tercer pilar estuvo el tema de la modernización para el futuro.

Dentro de las principales conclusiones del Foro, está el que la región de América Latina necesita para los próximos años de políticas de austeridad que sean inteligentes, ya que como señaló el premio nobel Joseph Stiglitz: “Uno de los grandes errores de la austeridad extrema es que reduce el potencial de crecimiento”, como lo demuestran los problemas que actualmente viven los países europeos.

También se señaló que se requieren tasas de interés aún bajas que permitan invertir en infraestructura y con ello impulsar el crecimiento y la productividad. De igual forma, se necesita mantener el esfuerzo por reducir la pobreza en el subcontinente, lo cual debe ser uno de los objetivos de las reformas estructurales.

Debemos preguntarnos si el gobierno de Peña Nieto verdaderamente tomará en cuenta las reflexiones del Foro para ajustar sus políticas públicas, o si lo único que le interesó fue tomarse la foto y aparecer en primera plana de la prensa mundial. Desafortunadamente, todo parece indicar que para nuestro país este evento no tendrá efecto más allá de ser un escaparate para mostrar los avances del actual régimen en conducirnos hacia una nueva “modernidad” mexicana.

Las intervenciones en el Foro del presidente Peña Nieto y el secretario Videgaray, resultaron ser un patético ejemplo de un discurso triunfalista totalmente falto de  autocrítica. Todo va por el buen camino, el estado de derecho funciona, las políticas aplicadas son las correctas y no requieren modificarse, el país está preparado para cualquier contingencia, las reformas marchan adecuadamente.

¿De verdad estarían refiriéndose a la República Mexicana  en sus participaciones?

No parece pues que el Foro haya contribuido a abrir los ojos del Presidente y sus funcionarios. Seguirán sin darse cuenta que la extrema fragilidad de nuestras instituciones (especialmente las de impartición de justicia), hace imposible eliminar la corrupción y la impunidad; que las políticas sociales no están reduciendo la pobreza; que la malamente llamada reforma fiscal y las políticas de recortes al gasto están llevando al país al estancamiento secular; que no hay innovación ni diversificación de la economía. En pocas palabras, no entendiendo que el destino ya nos alcanzó seguirán cruzados de brazos, mientras Comala se muere.


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