No hay democracia sin demócratas; y ser ésto significa respetar las leyes y las instituciones que todos hemos construido
Algunas de las cosas que están pasando en los últimos meses, me hacen llegar a la conclusión de que en México aún tenemos mucho por hacer para ser un país de ciudadanos comprometidos. Comparto con ustedes algunas reflexiones que se desprenden de los datos contenidos en el Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía en México de 2014 realizado por el Instituto Nacional Electoral.
La primera reflexión es que México ha logrado establecer una democracia electoral que requiere del compromiso de todos para consolidarse. Hoy en México el voto cuenta y se cuenta bien. Esto explica que nuestro país tenga, de acuerdo con el Informe País, tasas de participación electoral comparables con las de democracias avanzadas. El Instituto Nacional Electoral se ha fortalecido, con nuevas atribuciones y herramientas para organizar comicios con más certeza, imparcialidad, equidad y transparencia. Lo que falta, creo yo, es que todos nos comprometamos. No hay democracia sin demócratas. Y ser demócrata significa respetar las leyes y las instituciones que entre todos hemos construido para que la sociedad mexicana siga confiando en las elecciones y participando en ellas.
La segunda reflexión es que nuestro país necesita ampliar las vías de participación ciudadana en los asuntos públicos. La solución a los problemas de la ciudadanía en México es más ciudadanía. Si los ciudadanos desconfían de los gobiernos, hay que transparentar más la función pública. Si desconfían de los partidos, hay que abrirlos a la participación ciudadana. Y si los ciudadanos desconfían de la política, hay que acercar la política a los ciudadanos. Se han dado pasos en la dirección correcta, con nuevas vías de participación como las candidaturas independientes, la iniciativa ciudadana y la consulta popular. Sólo con más participación de los mexicanos en los asuntos que son de todos podremos fortalecer nuestra democracia.
La tercera reflexión es que México requiere una transformación de fondo para restaurar la confianza de la ciudadanía en las instituciones democráticas. Veo con mucha preocupación datos del Reporte que señalan, por ejemplo, que 6 de cada 10 ciudadanos no denuncian el delito, principalmente porque creen que no sirve de nada. Claramente, nuestro país necesita la instauración de una nueva cultura de la legalidad. Es una lucha que debemos dar en el salón de clases, en los hogares, en las calles. Este esfuerzo colectivo, lo tenemos que hacer rechazando la corrupción y el abuso y respetando la ley. México exige un compromiso real de cada servidor público y de cada ciudadano con la legalidad. Sólo de esta forma desterraremos la impunidad que tanto nos lastima.
El Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía en México nos ofrece una radiografía muy clara sobre la salud de nuestra democracia. El panorama muestra que, a la par de los avances, hay enormes retos para construir una ciudadanía más vigorosa.
Estoy convencido de que detrás de cada reto hay una oportunidad: La situación de violencia y criminalidad que ha lastimado tanto a la sociedad ha dado lugar a la creación de organizaciones que alzan la voz por las víctimas del delito. El debate plural que se ha dado en últimos años sobre la calidad de la educación ha fortalecido la conciencia entre los padres de familia para que participen en la mejora de las escuelas de sus hijos. Las redes sociales han permitido que los jóvenes se interesen por asuntos públicos y políticos y expresen sus posturas y opiniones, fortaleciendo el debate.
Aún hay mucho qué hacer para que haya más y mejor ciudadanía en México. Trabajemos para fortalecer el Estado de derecho, la cultura de la transparencia y legalidad y para construir gobiernos eficaces y que rindan cuentas. Es una tarea histórica que nuestra generación está llamada a realizar.
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