Como en los viejos tiempos

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Por: Julio Faesler

La ciudadanía se encuentra sola frente al 6 de junio. No hay partidos políticos que cuiden los intereses de la Democracia. Los que ostentan nombres o membretes, algunos muy tradicionales, han perdido su perfil por culpa de sus dirigentes que han difuminado los contornos y que han caído en reiterativos y poco imaginativos discursos que alejan  en lugar de atraer

La debilidad de los muy gastados partidos no tienen la credibilidad necesaria ni para rescatar el respeto a sus principios fundacionales. Sus miembros están confusos y solo atenidos a las flácidas declaraciones de sus personeros que o repiten lo sabido o solo tocan los temas de momento.

Los gravísimos asuntos actuales como el del respeto a los derechos humanos, la confusión en el drama de la migración o las extremas brechas sociales quedan en simples telones de fondo para armar las campañas que piden el voto para candidatos cuya mayoría buscan ventaja personal, generalmente asegurarse su comodidad económica, y que nada arriesgarían por defender la realización en el terreno de los hechos de lo único da sentido al ideal de la  Democracia.

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Es aquí donde ha encallado la lucha por la Democracia en México y en otros países. La Democracia significa igualdad y este ideal existe cuando hay igualdad de oportunidades en una comunidad cualquiera para realizar el potencial que cada individuo en sí tiene para lograrlo. Esta posibilidad  solo se expresa en la vida cotidiana, en la posibilidad siempre presente de impedirla. El potencial para aspirar y buscar activamente por mejorar los elementos que hacen más digna, llevadera y grata la vida, es innato al ser humano y el respeto a ese potencial es el ´primero de todos.  La pobreza material es el factor que impide el respeto al potencial primordial. Luchar por la Democracia no tiene sentido si no se lucha contra la pobreza.

El discurso político en un país como el nuestro tiene que dirigirse a los componentes específicos de la pobreza lo que se traduce en que el único camino para recabar votos que tiene un candidato es idear y proponer a su público programas no solo sensatos sino viables para resolver cada uno de los aspectos de la pobreza. El que sean viables es la piedra de toque para convencer y reclutar al elector.

La genuina viabilidad de los proyectos que el candidato propone tiene que ser clara y verazmente explicada. La eficacia de los medios para transmitir las propuestas lo decide todo. La eficacia de la radio, la televisión y las redes sociales está confirmada. Su uso fluido y legal es indispensable y hay que castigar su abuso en cualquier sentido.

Tan es importante la veracidad para el éxito de la comunicación política como la viabilidad práctica de las propuestas de alivio a la pobreza o las que bloquean la realización de la Democracia. Proyectos imprácticos, imposibles, engañosos, fraudulentos o equivocados, descalifican  al candidato que los propone.

Después de acreditar los pasos que hasta aquí se han enumerado, el ciudadano que se encuentra por fin ante la urna electoral optará por las alternativas que invitan su sufragio. Ello confirmará su calificación de la información veraz o falseada con que cuente. Es aquí donde se impone lo confiable y clara que ella haya sido.

La cadena de decisión es bien definida y, como arriba se dice, comienza con que el ciudadano entienda que con la Democracia se tiene un camino que lo lleva a mejorar su nivel de vida a través de los pasos que tienen que dar los candidatos para idear y presentar soluciones viables a los problemas que atoran la Democracia. 

Suponiendo que cada paso se haya cumplido, lo que puede venir a echar a perderlo todo es que el gobierno, que debe ser el indiscutible guardian de un absoluto respeto a todo el exigente procesoelectoral de la Democracia realizada, sea el gobierno el que desde hace tiempo lo viene saboteando, cuestionando y deteriorando la confianza en el Instituto Nacional Electoral con fines que solo se explican con el muy identificado propósito de provocar, en revancha, la misma estrategia de descalificación que el presidente obsesivamente atribuye a los que según él, impidieron su triunfo a la presidencia en años pasados. Rompiendo así la delicada cadena del sano proceso electoral que casi todos queremos, el señor presidente de la República que fue democráticamente electo, resucitará  la noble figura del Fraude Patriótico.


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