Ante esta terrible realidad surge la pregunta de si es realmente posible corregir el grave deterioro de la metrópoli
Cuando un grupo de colaboradores y expertos en temas de la ciudad (CDMX), buscábamos formar una asociación que se enfocara a la solución de los graves problemas de la zona metropolitana (ZMCM), tardamos en escoger el nombre idóneo que reflejara la misión de la institución naciente.
Durante varias reuniones, evaluamos el resultado de un estudio de diagnóstico sobre la situación de los principales servicios públicos de la ZMCM, elaborado con la ayuda de conocedores de la ciudad y cuyos resultados son verdaderamente espeluznantes.
El acuífero de la ZMCM, la fuente principal de abastecimiento de agua potable de la CDMX se encuentra en un estado crítico de sobreexplotación; el daño es irreversible y pone en riesgo la viabilidad de la ciudad. Todas las fuentes de agua superficial han desaparecido y quedan pocos vestigios de lo que fuera el origen lacustre de la Cuenca del Valle de México. La anarquía del crecimiento urbano de la ZMCM, ha acabado con bosques, áreas verdes y de recarga de acuíferos, parques nacionales y en general gran parte de la zona de reserva ecológica.
El tránsito de la CDMX está colapsado y la velocidad promedio de traslado de los capitalinos ha caído abruptamente en los últimos años. Los recientes gobiernos han establecido políticas equivocadas, enfocando las mayores inversiones en la construcción de segundos pisos de vialidades de cuota, impulsando el uso del auto particular, en lugar de invertir en Metro y transportes de mayor capacidad. Ahora que ha crecido exponencialmente el número de vehículos particulares, entonces establecen medidas de restricción en perjuicio de miles de automovilistas, reduciendo carriles, ampliando banquetas y otras “ocurrencias” que lo único que han provocado es la parálisis de las principales avenidas, mucha más contaminación, inseguridad y la pérdida brutal de tiempo para millones de personas.
El gobierno de la ciudad no tiene una agenda de energía siendo la CDMX una de las metrópolis de mayor consumo de gasolinas y por ende de emisión de gases efecto invernadero. Tampoco se ha establecido una política moderna en el manejo de residuos; la basura se maneja de forma anacrónica y es una fuente de contaminación, de malos olores y de molestia constante para la gente.
Por falta de espacio no trato otros temas importantes pero en general, el diagnóstico revela daños irreversibles que llevan a la ciudad directo a un precipicio y mientras tanto, los gobiernos de la CDMX y del Estado de México, gastan cantidades multimillonarias en publicidad, presentando de forma cínica puras vanalidades.
Ante esta terrible realidad surge la pregunta de si es realmente posible corregir el grave deterioro de la metrópoli; si es viable el futuro de la Ciudad para nuestros hijos y si se puede enderezar el rumbo hacia un estatus de sustentabilidad.
Tomamos el nombre de Ciudad Posible porque estamos seguros que si es posible hacerlo. Se requiere un gran esfuerzo y participación de toda la sociedad, con inversiones cuantiosas a lo largo de los próximos años que se podrán lograr mediante asociaciones público privadas; con visión metropolitana y planes de largo plazo.
Viene un momento trascendente para la vida de los capitalinos. Este año se elige una Asamblea Constituyente que discutirá y aprobará una nueva constitución para la CDMX que además de otorgar autonomía como entidad federativa, deberá resolver el difícil binomio de ser ciudad-capital y garantizar los servicios que ofrezcan seguridad y estabilidad a los Poderes de la Unión.
Debe atender el tema metropolitano, la ciudad ya no es lo que fuera el DF, es una megalópolis de 20 millones de habitantes que abarca además de las delegaciones de la CDMX, muchos municipios del Estado de México. Los principales servicios como el Metro, el Sistema de Agua y Drenaje, la basura, y otros, deberán ofrecerse por organismos metropolitanos.
La iniciativa que anticipó el jefe de gobierno no contempla nada de esto. Tampoco le otorga mayor autonomía a las delegaciones; estas, deberán contar —a nuestro juicio— con verdaderos cabildos, no la figura decorativa de Consejos Delegacionales que se propone y que no servirían para nada.
Nosotros creemos en la Ciudad Posible y la discusión en la Asamblea Constituyente nos permitirá orientar a la CDMX como parte de la ZMCM, hacia esa ciudad sustentable, segura, con servicios eficientes y de calidad; una ciudad con futuro.
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