Apuntes de propuestas de campaña

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Durante ya más de cuatro años la narrativa de la agenda nacional ha estado atrapada por lo que se conoce como “las mañaneras”, conferencias de prensa del inquilino de Palacio. Como si fuera comedia de teatro, cada mañana habla de distintos temas, algunos de la función gubernamental y otros más bien distractores. Aparentemente hace función de gobierno con las primeras y utiliza las segundas para desviar la atención de asuntos que no desea abordar o que francamente detesta.

Una conferencia de prensa normal sucede usualmente una vez por semana, y sirve para informar a medios de acciones de gobierno que impactan positiva o negativamente a la población. En nación alguna se emplean para informar a subalternos, y a burócratas que de ellos dependen, de las acciones a tomar.

Es muy difícil tener un tema original cada mañana, y aunque la mente del inquilino sea ágil, fácilmente se le complica el discurso y recurre a promesas inalcanzables o a mentiras descaradas. Cuando falló la programación de la importación de gasolinas de PEMEX inventó la lucha contra el huachicol, que sí existía pero en vez de abocarse a inhibir el ilícito y atender la cadena de suministro, provocó el mayor desastre en el servicio de abasto de combustibles que ha sufrido el país. Y no redujo el robo a PEMEX.

Del mismo modo, fingiendo combatir monopolios de distribución de medicamentos, organizó un gran desabasto. Pasamos una pandemia inédita oyendo discursos y promesas pero con vacunaciones titubeantes. Aún hoy, a cuatro años de distancia, no logra restablecer el necesario suministro a hospitales, clínicas y farmacias. Además, dio fin al programa más exitoso para atender la salud de millones de mexicanos de pocos recursos, el Seguro Popular, sin poder ofrecer ni remotamente una alternativa.

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Lo mismo podríamos decir de rubros tan diversos como la seguridad pública, la educación primaria y media, la promoción de inversiones y empleo, el espacio aéreo y la aviación, etc. Incluso el combate al narcotráfico. En todos ellos intervino, acabando con lo que funcionaba sin ofrecer mejor opción.

Armar un discurso para la oposición política se compone de dos puntos: primero, reconocer la única propuesta de López que funciona y que los gobiernos sucesivos tendrán que seguir aplicando: el gasto social, si bien con ciertos matices.

Y segundo, promover todo lo que su gobierno ha alterado: reponer el Seguro Popular, promover el empleo bien pagado y fomentar todo tipo de inversiones, fortalecer el federalismo y el municipio libre; cuidar las Relaciones Exteriores, invertir en Obra Pública necesaria, incluyendo el muy necesitado mantenimiento (de edificios, carreteras y del Metro), dejar de subsidiar a CFE y a PEMEX, restablecer el uso de fuentes limpias para producir electricidad y con ello reducir costos de generación, precios al consumidor e incluso contaminación atmosférica.

No es seguro si sea económicamente viable rescatar el aeropuerto de Texcoco, el que canceló estando construido en una tercera parte, pero sí hay que hacer estudios al respecto, además de reconsiderar qué hacer con las fastuosas obras muy poco útiles de la refinería de Dos Bocas y del Tren Maya.

La propuesta debe invitar a reconstruir el país evitando dispendios e inhibiendo la corrupción, recuperando los derechos humanos de los ciudadanos, promoviendo cordialidad y generosidad en vez de la actual polarización y enfrentamiento de unos contra otros.

Hay suficiente materia para que una oposición unida presente una propuesta atractiva para todos.


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