Desde 1979 la larga cadena de reformas económicas se vendieron con el argumento de que el PIB crecería arriba de 5%, pero a lo largo de 36 años y siete sexenios la tasa promedio anual de PIB ha sido de 2.2%.
Por tanto, las reformas sirvieron sólo para mantener el modelo neoliberal de desarrollo en beneficio del mercado y de la acumulación de riqueza privada y no para beneficio de la sociedad. Es decir, que el problema real fue de ideología económica, no de políticas de desarrollo del Estado.
Lo malo para la república es que el modelo de desarrollo sólo garantiza bienestar –según cifras de Coneval– para el 20% de los mexicanos que viven en condiciones de no pobreza ni marginación; y lo peor radica en la certeza de que la crisis de bienestar-desarrollo carece de opciones porque el PAN, el PRD y ahora Morena carecen de un modelo alternativo de desarrollo.
El debate no es nuevo. En 1969 el economista Enrique Padilla Aragón elaboró un ensayo para establecer el esquema social del desarrollismo: crecimiento con pobreza, es decir, 6% de PIB pero con desigualdad social creciente. Las cifras de pobreza del 2015, luego de la larga crisis 1973-2015, afectan al 80% de los mexicanos, en mayor o menor medida.
Las reformas de Echeverría, López Portillo, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto han modificado el modelo de desarrollo para hacerlo de mercado, pero sin políticas de Estado para modular riqueza y pobreza, repartir el ingreso y aumentar el nivel de bienestar social de las mayorías. La reciente reforma energética está jalando miles de millones de dólares, pero sin un plan de Estado
para rediseñar el modelo de desarrollo que fije de manera simultánea el crecimiento con distribución de la riqueza.
La estabilidad política y social real es producto del bienestar de los mexicanos; por tanto, la inestabilidad seguirá latente y profundizándose en la medida en que no existan políticas de Estado no sólo para crecer a tasas promedio anual de 6% sino para distribuir la riqueza y el bienestar. Las reformas han sido fábricas de pocos ricos y millones de pobres.
El diseño de las políticas de crecimiento y bienestar es responsabilidad directa e histórica del Estado. Ahora resulta que estábamos mejor –PIB de 6% anual e inflación anual de 2%– cuando hoy nos dicen que estábamos peor. Y nos machacan que hoy estamos mejor que antes porque se ha liberado la economía, pero con tasas anuales de PIB de 2.2% y una tasa oficial de pobres de 80% de los mexicanos.
La crisis económica mexicana de 1973 a la fecha tiene su explicación en una crisis del pensamiento político, económico y social de las élites. El PAN y el PRD han llegado a posiciones de gobierno y sus políticas económicas se orientan sólo a un asistencialismo que les garantice votos. La herencia de pensamiento social de la Revolución Mexicana fue pervertida, paradójicamente, por los populistas del PRI y luego del PRD y ahora de Morena.
El horizonte social de largo plazo será igual al presente, con bajas imperceptibles de pobreza y más ricos en la lista de Forbes, mientras el PRI, el PAN, el PRD y Morena se preocupen sólo por mantener sus cuotas de votos y su acceso al presupuesto público que no va a programas sociales sino a subsidiar a la política.
Sólo para sus ojos:
* Fuerte la acusación de Agustín Basave de que en la dirigencia del PRD hay traidores que espían reuniones de comité ejecutivo y la filtran a la prensa para detener compromisos. Ahora Basave tendrá que dar nombres de traidores.
* El debate sobre el mando único llegará a la Suprema Corte. El tema central es federalismo y reformas de seguridad. La Corte podría dar una sentencia política y no jurídica, con mayorías de ministros funcional al gobierno federal.
* Enredos en el gobierno del DF por las fotomultas. No duden que por ahí vea Marcelo Ebrard una forma de vengarse de la persecución. El jefe Miguel Ángel Mancera pierde presencia social con el autoritarismo del reglamento de tránsito.
* En seguridad estamos en las mismas: Calderón lanzó la ofensiva en Michoacán por el control de alcaldes por cárteles y las cosas no han cambiado en casi diez años.
* En Venezuela está el dilema: o renuncia Nicolás Maduro o el congreso lo echa legalmente. Y el pajarito de Hugo Chávez no aparece para darle consejos.
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