… Y lo que nos falta

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Por: Rafael Morgan

Un elemento indispensable para reconocer que existe lo que se llama “un buen gobierno”, es que contenga en su proceso administrativo un sistema de Control Interno que indique con claridad que hay efectividad y eficiencia en sus operaciones, en la información que proporciona y en el cumplimiento de sus políticas, leyes y normatividad. Eso haría posible prevenir riesgos, advertir situaciones de malos manejos, evitar desperdicios y dispendios, rendir cuentas con transparencia y evaluar la eficiencia organizacional (Control Interno y Gestión Gubernamental, de la Academia Universitaria de Fiscalización de la UNAM).

Respecto al elemento de “prevención de riesgos”, que en este gobierno no parece lo tengan considerado, pues varias decisiones van precisamente contra un adecuado sistema de “determinación, evaluación y prevención de riesgos”; no se tienen en cuenta los antecedentes de riesgos climáticos, riesgos de enfermedades y epidemias, riesgos de seguridad pública y corrupción; riesgos financieros, y en ciberseguridad, riesgos de incendios forestales y sísmicos, y riesgos sociales, políticos y hasta internacionales. El columnista Ernesto O’Farrill en El Financiero, mencionó 6 grupos de riesgos latentes en México, refiriéndose “al endurecimiento de las medidas contra la pandemia que afectarán al comercio de México con Estados Unidos; a la aparición de nuevas cepas del virus… al exceso de endeudamiento público… a la parálisis del sistema judicial… al deterioro de la cartera vencida… y al daño estructural en la economía…”

La gravedad de estos problemas será mayor ante las decisiones que ha tomado el presidente López Obrador, sin atender la posibilidad de uno o de varios riesgos, que pudieran dar al traste a cualquier política de recuperación económica, de salud, de seguridad, de educación y en general, para el futuro del país:

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1. La Secretaría de Hacienda informó que el gobierno utilizó 204 mil millones de pesos del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestales, que incluían más de 47 mil millones de pesos recibidos por coberturas petroleras, casi 55 mil millones de otros fideicomisos y recursos del Fondo de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas y el Fondo de Petróleo para la Estabilidad y el Desarrollo. Es decir, el país se quedó sin fondos de reserva para la prevención de riesgos.

2. La llamada “austeridad republicana” dejó sin presupuesto a dependencias de gobierno con funciones preventivas como Semarnat, Salud y otras, por lo que se quedaron sin presupuesto y sin el personal y equipo suficiente para atender riesgos como incendios en bosques, inundaciones y sequías, recaídas en salud por nuevas cepas del virus o por otras enfermedades; sismos y erupciones volcánicas, etc.

3. La política de eliminación de investigaciones para la competitividad y la ciencia, así como la cancelación de becas y despido de investigadores, dejó al Conacyt sin “manos y sin cerebro” y con un grave retroceso tecnológico.

4. La decisión de no apoyar económicamente, con recursos de deuda pública si fuera necesario, a las pequeñas y medianas empresas, auténticas generadoras de riqueza y de empleo, está ocasionando que la recuperación económica se aleje dos o tres años más. En la misma forma se puede considerar la falta de apoyos económicos para los desempleados del país.

5. La decisión de seguir invirtiendo miles de millones de dólares en la construcción de otra refinería, en momentos en que el consumo mundial de combustibles fósiles va a la baja en el mundo entero y en el que las grandes compañías petroleras ya no abren más refinerías, están cerrando algunas y hasta están cambiando hacia energías limpias.

6. Y lo que nos falta: dada la falta de recursos de trabajadores desempleados y de empresas que están cerrando y quebrando, no van a poder cubrir sus adeudos con los bancos, los cuales han tenido el acierto de promover programas de reestructura de créditos, lo que han hecho ya más de un millón de clientes por un importe total de 334 mil millones de pesos, programa que se terminó precisamente este 31 de enero. Hasta el momento, la banca mexicana se ha mantenido solvente y ha aumentado 32.8% su previsión de riesgo de cartera incobrable, pero con ello sus utilidades han bajado casi 40%. Si la banca se debilita, también lo hace la economía y la recuperación se vería mucho más lejana.

Estamos ante una serie de riesgos y sin fondos de emergencia, sin empresas estables, con desempleo, inmersos en una pandemia y con un gobierno que no quiere cambiar sus políticas restrictivas.


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