Ultimátum a la CDMX

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El clima enrarecido regresa a la Zona Metropolitana del Valle de México. El amago político como estrategia de presión, como característica de un sistema gansteril y de vendettas. El gobierno del Estado de México amenazando e intimidando al gobierno de la Ciudad de México.

En medio de la crisis medioambiental que se desató en el primer semestre de este año, de manera paralela se desarrolló una crisis política en la que el gobierno de Eruviel Ávila sólo es capaz de reaccionar con amenazas y venganzas.

Desde que se generó el problema de contaminación en abril pasado, no ha habido un gramo de congruencia en la administración mexiquense capaz de reconocer el peso y responsabilidad que tienen con una franja industrial poco regulada en sus emisiones, transporte público decadente y contaminante, sumado a una endeble vigilancia, en general, de todos los agentes que contribuyen a la contaminación.

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Al señalarlos como parte (mayor) del problema, su primera reacción es el amago. Amenazar y lanzar su clásico ultimátum intimidante, coincidentemente en la antesala del proceso electoral 2017–2018.

Cuando vivimos la crisis de contaminación, que nos llevó a la implementación de un programa emergente con un Hoy No Circula endurecido, el gobierno de la Ciudad de México criticó a la administración del Estado de México por su endeble vigilancia de las emisiones en su entidad. La respuesta inmediata fue el castigo al dejar de recibir la basura de la capital en sus rellenos sanitarios.

Hoy vemos nuevamente el mismo modus operandi. Al dar a conocer el Inventario de Emisiones 2014, el gobierno de la ciudad señala nuevamente la responsabilidad del Estado de México que genera el doble de emisiones contaminantes que la capital del país, a lo que la respuesta inmediata fue el ultimátum.

El secretario de Medio Ambiente del Estado de México, Raúl Vargas Herrera, exhortó a la Ciudad de México a que firme un convenio para que tome medidas urgentes en el tratamiento de sus residuos sólidos, con un tono intimidante, lanzado al frente con la amenaza a dedo alzado.

Incapaces son de reconocer, vamos, de mínimamente conceder el impacto que tienen con miles de habitantes de la entidad que vienen a la ciudad diario a trabajar. Transporte, infraestructura pública, consumo de energía, servicios que son utilizados y que, en consecuencia, generan un impacto en calidad del medio ambiente.

Con lo anterior, de ninguna manera pretendo desentender al gobierno de la ciudad de su responsabilidad. Es sorprendente la facilidad en la que se pueden meter en un hoyo antes de haber salido de otro. Principalmente cuando hablamos de la accidentada, errada y desproporcionada administración de la secretaria de Medio Ambiente, Tanya Müller.

Es imperante que la administración de Müller responda y esté a la altura de las exigencias medioambientales de la ciudad, desde las emisiones de contaminantes hasta el adecuado tratamiento de los residuos sólidos; no obstante lo anterior, de ninguna manera podemos estar a expensas de las intimidaciones provenientes del Estado de México.


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