Tiempos aciagos

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Ahora la nota vino de parte de Mario Delgado, líder de Morena, quien arremetió fuertemente en contra del Instituto Nacional Electoral, estigmatizándolo de utilizar prácticas del pasado, elevando voz en cuello la consigna de renovarlo o exterminarlo, acusando a dos de sus miembros Lorenzo Córdoba y Ciro Murayama de estar promoviendo decisiones irregulares adversas a su partido.

La gota que derrama el vaso surge de dos acuerdos que le han causado una gran molestia al líder político, el primero consiste en mantener los principios constitucionales para que ningún partido pueda tener más del ocho por ciento de sobre representación en la Cámara de Diputados, al advertir que en la actualidad la integración respecto de los votos que obtuvo Morena en las pasadas elecciones rebasó casi al doble ese principio.

Cabe decir que la izquierda tradicional ha sostenido la representación pura, impulsando inclusive la integración de la Cámara Baja mediante el sistema de representación proporcional, de tal forma que, si un instituto político tiene el 30 porciento de los votos, en ese mismo porcentaje se refleje el número de sus diputados, ponderando así el voto ciudadano y haciéndolo realidad en el peso que cada partido político debe tener.

Sin embargo, en México tenemos el sistema mixto de mayorías relativas y representación proporcional, estableciendo fórmulas para evitar mayorías artificiales, de tal manera  que en la aplicación de ambos medios no haya distorsiones que produzcan desequilibrios, como en el caso acontece, que con menos del cuarenta porciento de los votos tienen una representación en la Cámara, arriba del cincuenta, evidenciando que lo dicho en las urnas carece de expresión frente a la integración que favorece a legisladores de un partido que no obtuvo ese porcentaje de sufragios.

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Por otra parte, precisamente con la intención de transparentar los recursos de las campañas y precampañas se crearon normas de carácter obligatorio a efecto de que los partidos políticos, aspirantes y candidatos, tuviesen que rendir cuentas ante las autoridades electorales, tanto de su origen como de los gastos, aspectos elementales para dotar de transparencia nuestra frágil democracia.

Lo curioso del asunto, después de que el impresentable Félix Salgado Macedonio se viera envuelto en escándalos de gran magnitud, acusaciones delicadas solapadas por Morena, se le tuviera que retirar la candidatura por no rendir cuentas, cuestión francamente negligente, omisión a todas luces imperdonable que amerita la sanción, máxime que no se trata de cualquier persona, es un activista político con experiencia legislativa que ha participado en la creación de la legislación electoral, por lo tanto su falta es inconcebible.

Me parece que las expresiones del líder de Morena no tienen ninguna cabida, lo menos, son convenencieras y fuera de lugar, me hace recordar cuando se le negó el registro como Partido Político a México Libre, fue el primer aplaudidor de la decisión del INE y, ahora que no le favorecen los acuerdos a su partido, propone la exterminación de la institución.

Tales actitudes revelan un trasfondo engañoso y falso, pues mientras por un lado se asume como demócrata, por otro, pisotea las instituciones que sostienen la vida democrática del país, lo mismo dice defender a las mujeres y a la vez premia a los violadores.


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