El dinero público tiene dueño y el propietario no es el funcionario o servidor público a cargo
Desde que tuve uso de razón, en casa, Rosario, mi madre, me dejó bien claro que todas las cosas tienen dueño, aún aquellas que aparentemente están en el abandono.
El dinero es un bien y resulta muy difícil imaginar que alguien lo dejara al garete, abandonado, como si puede suceder con un juguete, y sin duda que tiene dueño también.
El dinero público también TIENE DUEÑO y el propietario NO ES EL FUNCIONARIO O SERVIDOR PÚBLICO a cargo. ¿De dónde sale el dinero público? En estricto sensu es consecuencia de una detracción coactiva de un dinero privado, cuyos titulares son los ciudadanos, pero que en vía del cumplimiento de una obligación prescrita en la propia Carta Magna, se trasforman en contribuyentes.
Porque es contribuyente quien entrega parte de su ingreso en calidad de impuestos, la razón toral es que hay obligación de contribuir al gasto público, por ende el destino de ese recurso está más que claro. Asimismo, está de más subrayar, pero lo subrayo, el dinero público es de los contribuyentes, el servidor sólo administra conforme a lo que dispone la ley, no a su arbitrio, de modo que tomar estos recursos fuera de este marco, es ROBO.
La infortunada historia de nuestra Coahuila nos lleva irremisiblemente a una realidad de casos de corrupción en los que el denominador común lo constituyen servidores y dinero públicos, agravados por la impunidad y el cinismo. Probablemente o seguramente habrá quien diga que ya estoy de machacona, que vuelvo una y otra vez al tema de las raterías cometidas durante el Gobierno de Humberto Moreira, pues si, aunque el hombre se pasee con la capa de la inmaculada, y haya veladoras encendidas y euforia porque los españoles lo encontraron libre de “pecado”…perdón de lavado de dinero, en Coahuila jamás sabremos a dónde se fueron los miles de millones de pesos, porque nunca lo dijeron ni él ni su corte, y hay tres de esa “cofradía” que se la están viendo con los tribunales de los vecinos del norte y que no pasan “la prueba del añejo”, uno del trío está prófugo… ¿Y qué? Alguien se “carranceó” el dinero, no hay duda, pero no hay castigados…¿Y qué?
Y por otro lado está el cochupo de Ficrea…¿Y qué? El exmagistrado presidente que cometió el abuso, ni suda ni se abochorna. Todo está en orden, el señor está a salvo…Los recursos ajenos con los que especuló se perdieron ¿y qué? ¿A quién le importa?…Y no sé quien está peor…¿Los defraudadores o los defraudados? Los defraudados en ambos casos son los contribuyentes, porque es su dinero el que se ROBARON…¿Y qué?…Ni una disculpa siquiera ha salido a expresar el señor magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Coahuila a los defraudados, a sus víctimas. ¿Para qué? Al cabo que aquí todo se perdona y se olvida…
Por sanidad en este estado norteño tiene que haber alternancia. Necesitamos salvar a Coahuila. Aunque suene cursi el llamado. ¿No le apesadumbra que una camarilla se haya adueñado de su tierra y ponga y disponga a su antojo de ella y le robe en su propia cara y después se haga la occisa ? ¿No sueña usted con que haya gente honorable a cargo del Gobierno de Coahuila? Hay un tango que se llama Septiembre del 88, en el se cuenta de una carta que escribe un amigo a otro que desesperanzado dejó Argentina y se fue a Italia y le dice que hizo bien en marcharse y que no vuelva, que todo anda patas para arriba, que todo está triste, que el país “se muere de pena por tanta mentira, de tanta promesa por nadie cumplida”.
Yo no quiero irme, no me iré, y usted tampoco querrá irse, si aquí está todo cuanto uno ama, lo que sueño es que se vaya esta aborrecida inercia, este deterioro añejo, este desparpajo en el quehacer público que huele y que sabe a valemadrismo institucionalizado. Pero no se va a ir solo, tiene que ser echado con la fuerza del sufragio consciente, de ese que es producto de la reflexión y el análisis, no del arrebato, ni de la monserga cansina de la propaganda electorera.
No tolere más que se burlen de su confianza, vuélvase defensor a ultranza de la misma. A la corrupción se le combate sin concesión alguna, se le tira a matar y se le mata. De otra manera el proceso se revierte. ¿No importa?…De verdad ¿no importa?
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