Sheinbaum obligada a decidirse: mano dura en seguridad o poner en riesgo las elecciones

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  • Demostrar que Trump se equivoca y dar resultados
  • O seguir con la estrategia de su antecesor

El operativo “Enjambre” demostró que sí es posible empezar a desmantelar el entramado de complicidad entre autoridades de los distintos órdenes de gobierno y los grupos del crimen organizado, pero estas acciones han sido pocas y en escasos estados del país.

Además, no se han emprendido operativos para detener a los integrantes de los grupos criminales detrás de delitos como la extorsión, el secuestro, el huachicoleo, el cobro de piso o los homicidios, por mencionar los delitos de mayor impacto en el país.

Pero en cambio, tenemos en la agenda reformas a la Constitución para prohibir el injerencismo o la violación a la soberanía, pero no para que las leyes se cumplan en el país.

Y en este contexto, tenemos a una presidenta que deberá decidirse pronto –ante la presión que ejerce Donald Trump y sus acusaciones de que México es controlado por los cárteles–, para mostrar que eso no es cierto y que su gobierno da resultados para detener el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, reducir los índices de delitos cometidos –no cambiando los homicidios a la categoría de desaparecidos, como se ha denunciado– y evitar unos aranceles que profundizarían una recesión económica para el país que ya enfrenta signos de una reducción en sus pronósticos de crecimiento económico.

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Además, empiezan a surgir voces que muestran que el tema de la seguridad podría ser aprovechado por la oposición para futuras campañas electorales, en un contexto en el que esto es una de las principales preocupaciones de los mexicanos según indican encuestas y también podría servir para que desde posiciones radicales se ofrezca mano dura para resolver este problema.

El ejemplo de Bukele

Si sus asesores o la propia Claudia Sheinbaum, ante la posibilidad de que los aranceles le arruinen el panorama económico o que surja un político entre la oposición que empiece a prometer “mano dura” para resolver el tema de inseguridad –con el consiguiente riesgo electoral–, revisan las opciones disponibles dejando de lado temporalmente el lente ideológico que no les permite reconocer lo que está pasando, podría revisar un poco lo hecho en El Salvador por Nayib Bukele, pero sin los excesos cometidos por este personaje.

En dicha nación, Bukele aplicó una estrategia de seguridad basada en los siguientes puntos:

  • Mano dura contra las pandillas
  • Régimen de Excepción
  • Encarcelamientos masivos
  • Reformas legales punitivas
  • Militarización de la seguridad pública

Es importante señalar que, si bien estas políticas han logrado una reducción significativa de los homicidios, también han generado críticas por violaciones de derechos humanos, detenciones arbitrarias y el debilitamiento del sistema democrático. Además, existen denuncias de que el gobierno ha subestimado las cifras de homicidios.

Pero en México ya tenemos algunos de estos elementos presentes, pues la Guardia Nacional depende de la Sedena y en estados y municipios, sin importar el partido al que pertenezcan, los titulares de seguridad son militares, en retiro o con permiso de Defensa, además de que recientemente se han llevado a cabo reformas legales para endurecer algunas penas y ampliar el catálogo de delitos que ameritan la prisión preventiva oficiosa.

También hay que considerar que Bukele ha destituido a jueces de la Corte Suprema de Justicia y al fiscal general, nombrando a personas leales a su gobierno, lo que se ha visto como una forma de erosionar la independencia judicial y dificulta la investigación y sanción de delitos cometidos por el Estado.

Es decir, en el remoto caso de que se quiera seguir la ruta Bukele por parte del gobierno mexicano, ya hay algunos pasos que se han dado en esa dirección, considerando que el mandatario salvadoreño ha presumido una y otra vez la reducción de homicidios como uno de sus grandes logros y la seguridad en su país como una muestra de que su estrategia funciona.

 

El riesgo de la extrema derecha

Y también aquí entra en juego otro factor que debe tener en cuenta la presidenta Sheinbaum. Bukele es parte de la tendencia que está encumbrando a políticos identificados con la extrema derecha en varias partes del mundo, mismos que reciben apoyo de Donald Trump.

Ante la continuación de la violencia asociada a la actividad de los cárteles del narcotráfico o que éstos al ver que su negocio de exportación de drogas y tráfico de personas con la migración deja de ser negocio, podrían volver la mirada a negocios locales, como el secuestro, huachicoleo, extorsión, cobro de piso, robo y otros, con los consiguientes enfrentamientos para el control de territorios, algo que podría aumentar la indignación social.

Si Trump, a pesar de relajar las amenazas por imponer aranceles, sigue con su narrativa acerca de que México es controlado por cárteles –diciendo que el gobierno es cómplice o que no actúa para resolver el problema porque no acepta su ayuda–, es posible que este tema se convierta en uno electoral y aquí es donde puede surgir un candidato que prometa “mano dura” para resolver la inseguridad y la violencia.

Y si es de extrema derecha contaría con el visto bueno y apoyo tanto de Trump como de Bukele, quien le podría asesorar para que aproveche las lecciones de la estrategia implementada en El Salvador para dar resultados.

Los programas sociales a pesar de todo el dinero que dan a los mexicanos servirán de poco si los beneficiarios ven en riesgo sus escasos recursos o ven que sus vidas están en peligro ante una delincuencia desbordada por la falta de ingresos por el cierre de sus negocios al otro lado de la frontera, algo que podría aprovechar un movimiento político que entienda la coyuntura y sepa comunicar sus promesas.

En la primera década del siglo XXI un aspirante a la candidatura presidencial insistió en que el principal problema de México era la corrupción y su tenacidad le valió el triunfo en 2018, así que no está lejano el surgimiento de otro aspirante que repita el mismo camino, pero ahora con el tema de la inseguridad como motor de su campaña.


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