Riesgos electorales

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No hay que esperar a que inicie 2016 para empezar a vivir los tiempos electorales. En Colima todos los partidos viven hoy una dura y desafiante campaña por la gubernatura.

Miles de litros de tinta, cientos y cientos de minutos en los medios de comunicación serán dedicados a los suspirantes, primero, y después a las candidatas y candidatos de todos los partidos. La mercadotecnia política invadirá la vida de millones de mexicanos, más aún cuando estos procesos simplemente por orden cronológico, marcarán tendencias fundamentales para 2018.

Es previsible que las disputas entre las diversas fuerzas políticas serán encarnizadas y cada una de las gubernaturas y los comicios para puestos de elección popular nos invadirán con toda clase de propuestas y también de escándalos. Cada pedazo territorial se peleará con todo y, como en cualquier proceso, hay riesgos y oportunidades.

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Uno de los mayores riesgos es que el ruido electoral termine convirtiéndose en una espesa cortina de humo para entonces descuidar y abandonar asuntos sustantivos para la población. Bajo este supuesto, las dificultades que cotidianamente enfrentan millones de mexicanos podrán ser parte de discursos para descalificar y atacar a quien gobierna, mientras aquellos cuyo propósito mayor es retener el poder, intentarán políticas de fuerte impacto en el ánimo de diversos sectores de la población, aunque todo esto termine en prácticas populistas y electoreras; en mayores deudas y en violaciones a la ley, más aún cuándo, presumiendo apego a la legalidad, fue posible revivir a un partido que ya estaba difunto y los escándalos en el manejo de recursos por parte de algunos partidos han tenido como respuesta la impunidad.

Ojalá me equivoque, pero tal como han venido desarrollándose las campañas, veremos fotos publicadas que sumarán a la suspicacia, desconfianza y descrédito de la clase política y estarán a la orden del día la filtración de llamadas que, aunque prohibidas legalmente, se han convertido ya en parte del paisaje electoral.

No intento siquiera insinuar que las elecciones deben ser un día de campo. Y es fundamental que la ciudadanía conozca la historia y actuación de quienes aspiran a gobernar. El riesgo en todo caso es que sea a golpe de escándalos, desprestigio y coacción del voto que se intente lograr el triunfo en las urnas.

Coaliciones y alianzas pueden también dejar fuera a liderazgos acreditados por su trabajo y aceptación ciudadana, y en el toma y daca de los partidos, el riesgo de desdibujar su identidad, diferencias y propuestas es elevado. Ya hemos enfrentado casos en los que por favorecer a un grupo o bien por honrar los acuerdos con otras fuerzas políticas, se tiran por la borda liderazgos confiables y ganadores, así como la confianza de sectores de la población en cuyo ánimo y convicciones estas coaliciones con propósitos electorales las consideran un contrasentido.

Reitero la bienvenida a las candidaturas independientes, pero el riesgo es que a su amparo se refugien políticos resentidos con un historial de décadas en sus organizaciones, pero bajo el adjetivo de independientes pretendan mostrarse como antipartidos y en sólo unas horas declararse ciudadanos confiables y honestos.

El ánimo social de hartazgo e indignación, abonará probablemente a un mayor abstencionismo en algunas entidades, y bajo estas circunstancias algunos triunfos se lograrán con porcentajes muy bajos, lo que posteriormente hará compleja la gobernabilidad.

Si triunfan las estructuras partidistas, los grupos de poder, el favoritismo, la descalificación por encima de la propuesta y la rendición de cuentas; si los caciques juegan en el límite de la legalidad y las coaliciones desdibujan aún más la identidad partidista, nos encontraremos frente a escenarios aún más complejos y también frente a ciudadanos que exigen de la autoridad cumplir sus promesas y resolver su día con día antes que escuchar miles de anuncios con promesas renovadas y escándalos diariamente.

Pero también existe el otro lado de la moneda, y las elecciones podrían ser un poderoso acicate para regresar a escuchar, atender e incluir a los ciudadanos, para hacer un alto en el camino y corregir, para que el enojo ciudadano no sea aún mayor y con apego a la ley se fortalezcan nuestras instituciones y democracia.

Pronto sabremos cuál de los  caminos se decidió transitar.

Por ahora le deseo una Navidad con paz y alegría en unión de sus seres amados.


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