La primera reacción de las autoridades fue cruzar declaraciones.
Esta semana, los capitalinos fuimos testigos de un evento revelador, que puso de manifiesto la necesidad de analizar la efectividad de las políticas públicas: la contingencia ambiental, decretada por primera vez desde hace 14 años.
La postal que ilustró la portada de todos los periódicos nos mostraba a la Ciudad de México cobijada por una espesa nata grisácea que no permitía ver más allá de unos cuantos kilómetros, imagen que contrastaba con la claridad de días que vivimos hace una semana por los fuertes vientos.
En un país medianamente desarrollado, al ser declarada una contingencia ambiental, lo primero que las autoridades hacen es emitir medidas restrictivas a las actividades contaminantes como lo son la industria, el transporte o la construcción.
Fieles a la costumbre, en México la primera reacción de las autoridades fue cruzar declaraciones, acusaciones y repartir culpas; fue hasta el final que llegaron las medidas, los acuerdos y las soluciones, pero todas paliativas y parciales.
La crisis ambiental deja de manifiesto varias lecciones.
En primer lugar, por parte del gobierno de la Ciudad de México queda expuesto el ineficiente trabajo de la secretaria del Medio Ambiente, Tanya Müller, quien ha fracasado en la instrumentación de los proyectos encaminados al combate a la contaminación, y para muestra, la pésima estrategia de modificación al programa Hoy No Circula, que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) terminó por echar para atrás.
Del lado del gobierno del Estado de México, la reacción inmediata fue la vendetta política al impedir el paso de los residuos sólidos que la Ciudad de México genera y que se reciben en la entidad vecina para su tratamiento.
El priista Eruviel Ávila se escudó en el reparto de culpas cuando el gobierno de la Ciudad de México llamó a las entidades vecinas a reconocer su responsabilidad en la crisis ambiental, pues no hay rigor en los procesos de verificación vehicular, además de que no se aplica íntegramente el programa Hoy No Circula.
Queda claro que el gobierno del mexiquense no está a la altura de actuar y responder ante las situaciones de crisis más que con acciones mediáticas y dejando claro su sesgo político hacia la administración de la capital del país.
Llega el momento en el que el gobierno federal convoque y coordine los trabajos para la megalópolis en la redefinición y planteamiento de nuevos modelos de control vehicular, de transporte de pasajeros y de desarrollo industrial, las actividades que más impactan en la calidad del aire.
Quienes vivimos en la Ciudad de México y en las áreas circundantes no podemos seguir siendo víctimas de la guerra política entre el PRI y el PRD, que hoy nos está dejando sin salud, sin medio ambiente y sin la posibilidad de tener un entorno sano.
Ya tuvimos la primera alerta. Se tienen que reducir los niveles para detonar las precontingencias y contingencias, tener eficientes medidas de control de emisiones vehiculares, invertir en transporte público eficaz pero, sobre todo, terminar con la cultura del reparto de culpas para pasar al trabajo en conjunto, responsable y colectivo. En fin, todo eso que durante años no se ha hecho.
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