La reforma energética va en dirección contraria a la política climática, pues no atiende los compromisos y las necesidades de México en materia de reducción de emisiones, fijados en la Ley General de Cambio Climático, advirtió Mariana Castillo, del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), quien dijo que incorporar en la reforma energética la definición energías limpias en lugar de energías renovables, no contribuye a las metas planteadas.
Destaca que esta reforma mantiene e intensifica la dependencia de hidrocarburos en México, lo cual va en contra de la tendencia mundial en materia de energías renovables y transición energética. Resulta preocupante que a pesar de que el artículo 17 transitorio de dicha reforma habla de sustentabilidad, en los hechos no está sentando las bases para lograr una transición energética sustentable, es decir, sin afectaciones sociales ni ambientales, derivadas de las actividades energéticas.
Sostuvo que pretender cambiar el uso de un combustible fósil, como el petróleo, por otro combustible fósil como el gas, no alcanza para reducir -en el año 2020- en 30 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero, así como en 50 por ciento dichas emisiones para 2050, esto en relación con las emitidas en el año 2000, que son los compromisos nacionales e internacionales que ha asumido México.
En este sentido, Dolores Rojas, del grupo de financiamiento para cambio climático, que integra a diversas organizaciones, puntualizó que debe cambiarse el paradigma por el cual 80 por ciento de la matriz energética en México es fósil, y debe pensarse en que la energía se obtenga de diversas fuentes e inclusive a pequeña escala, de acuerdo con las posibilidades de cada región del país.
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