Reflexiones breves respecto de la mujer en la política

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Es cierto, se cumplen 62 años de que la mujer en México tiene derecho a votar *aplausos, discursos bonitos, fotos antiguas de mujeres votando, todos contentos* sin embargo, hay algo que no termina de encajar, es como cuando ves una película cuyo audio viene desfasado y no se empata con la imagen.

El discurso respecto de la mujer en política suena muy bien, en la foto todo sale muy bonito y los políticos siguen diciendo que hoy por hoy, la equidad política es una realidad y la cuota de género un triunfo de esta generación; pero la realidad, es que aunque exista un derecho constitucional al voto, eso no garantiza que las mujeres pueden ejercer de forma libre y directa este mismo derecho; dadas las condiciones de pobreza en nuestro país, el grupo social que siempre es “botín” de los partidos políticos, son precisamente las mujeres, las amas de casa, las madres de familia entre 25 y 50 años, no sólo con electrodomésticos o compra de voto, sino que son “las acarreadas, las gritonas, las mitoteras” que le van a echar porras al Presidente al zócalo o le gritan piropos en la campaña.

El sistema político en nuestro país en cínico contubernio con los partidos políticos, realmente no está interesado en que la mujer participe en la política y menos aún que sea una figura que destaque.

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Es cierto que la Ley promueve la “cuota de género” pero de ahí no se sigue que los partidos políticos impulsen a sus mejores perfiles, por el contrario, asignan la cuota de género a la “esposa, la novia, la hermana, la sobrina, la amante, la tía y la abuelita” del político de siempre.

Modificaron la Ley para impedir más “Juanitas” pero los dueños del poder encontraron la manera de volver a pasarse la Ley por el arco del triunfo.

No, no soy feminista radical, soy una mujer que defiende que mujeres y hombres NO somos iguales pero sí tenemos los mismos derechos y obligaciones, soy una mujer que promueve los espacios de toma de decisiones y poder público para los más capacitados no sólo para un género, pero también soy una mujer que denuncia los atropellos políticos de los que las mujeres seguimos siendo víctimas en México.

Lamentablemente, la forma más recurrente y vil de desprestigiar a una mujer en política es hablar sobre su vida privada, su vida familiar y su vida íntima. Lo anterior, viene siempre acompañado de fuertes y dañinos prejuicios sociales “que si es soltera seguro es por amargada” “que si es casada seguro es infiel” “que si es divorciada seguro es por arpía” “que si es madre no ha de atender a sus hijos por andar en la política”. Poca atención pone la opinión pública a las propuestas o ideas de las mujeres en política porque suelen alimentarse de la sangre fresca proveniente de las habladurías y los rumores.

La vida de la mujer política es difícil desde el momento en que decir “hombre público” no es tan mal visto como decir “mujer pública”. Aunado a lo anterior las parejas sentimentales muchas veces son los principales detractores de la mujer que decide incursionar en la democracia porque seguimos viviendo en una sociedad preponderantemente machista y mal administrada.

Recientemente escuché a un conocido opinar que las mujeres somos malas para la vida pública y el ejemplo claro eran las administraciones de varias Presidentas a nivel mundial. Aparte de sentir que me iba a dar cáncer en el oído después de escuchar eso, me percaté de que en el grupo donde se dijo, varios y varias asintieron con la cabeza. Habían caído en la trampa, creyeron la falacia argumentativa y nadie se aventuró siquiera a llevar en sentido contrario el mismo argumento “decir que las mujeres son malas políticas porque algunas representantes han dejado carencias en su actuar es decir que los hombres entonces son responsables de todas las crisis económicas, políticas y sociales del mundo”.

Gran parte de la responsabilidad respecto de este tema recae en hombros masculinos pero también en hombros femeninos. ¿Cómo podemos congratularnos de tener derecho al voto si en las pasadas elecciones millones de mujeres se abstuvieron de votar? ¿Cómo esperamos seguir conquistando espacios políticos de representación si nosotras mismas no apoyamos a más mujeres?
La cuota no se pide, no se suplica, no se implora. La cuota se exige y se asume porque soy fiel creyente de que mientras más mujeres preparadas y capaces asuman retos políticos, con el paso del tiempo se convertirán en administradoras del bien público y legisladoras con visión plural. Sólo así, mayores posibilidades tendremos de salir del rezago que vivimos y que Partidos Políticos, Gobierno Federal e Instituciones tanto se esmeran en negar y esconder.

En resumen, queremos más mujeres Alcaldesas, Diputadas, Gobernadoras, Senadoras, no sólo queremos mujeres candidatas ¡Queremos ver realmente mujeres en los cargos!


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