Referéndum

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Es fundamental que la opinión pública, que los ciudadanos se involucren, pero de ninguna manera con burlas políticas de la izquierda ni de los notables.

El camino a la maduración política de la Ciudad de México nos presenta cada día nuevos retos. La Reforma Política ha puesto de manifiesto muchas aristas y relieves que no habían sido anticipados: la integración de lgrupo de notables, la segmentación en la integración de la Asamblea Constituyente y, ahora, el llamado a un referéndum a la primerísima Constitución de la Ciudad de México.

El jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, se ha pronunciado en favor de un referéndum o una consulta pública con la cual se legitime Constitución que derive del proyecto que su grupo de notables entregará a la Asamblea Constituyente.

Incluso, dentro de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) ha habido voces —obviamente de las izquierdas cercanas al gobierno de la ciudad— que ya solicitan al Instituto Electoral local (IEDF) que estudie la posibilidad de llevar a cabo este referéndum.

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Estamos ante un pésimo acercamiento a una herramienta democrática útil y subutilizada.

La decisión de someter a referéndum el proyecto de Constitución de la Ciudad de México no corresponde, de ninguna manera, al jefe de Gobierno o a su sectario grupo de notables; en todo caso, es única y exclusiva facultad de la Asamblea Constituyente que se elegirá este año.

De otra manera, sería un insulto a sus integrantes, el equivalente a cuestionar su capacidad y el trabajo para el que serán elegidos.

Con esta propuesta queda al descubierto una pifia más del grupo de asesores del jefe de Gobierno.

En todo caso, ¿por qué no mejor que se someta a referéndum al grupo de notables? Si lo que se busca es democracia en la redacción de nuestra Constitución sería más democrático que redactara el proyecto un grupo plural y aprobado previamente por los ciudadanos.

Y es que las voces externas que se han pronunciado también en favor del referéndum lo hacen teniendo presente algo: la inequitativa integración del Constituyente, pues 40 de los 100 no serán votados, sino asignados por órganos de poder.

La idea de hacer un referéndum no es mala, se trata de un derecho ciudadano que hoy no ha sido aprovechado; sin embargo, la aproximación que plantea la izquierda en la Ciudad de México es oportunista y sólo busca legitimar el poco incluyente ejercicio con el cual se redactará el proyecto que será entregado sobre nuestra Carta Magna.

Los retos en la consolidación de nuestra historia política y social se encuentran frente a nosotros y no pueden estar sujetos a ocurrencias partidistas y oportunistas.

Es fundamental que la opinión pública, que los ciudadanos se involucren, pero de ninguna manera con burlas políticas de la izquierda ni de los notables alrededor del jefe de Gobierno que sólo buscan sacar raja política de un proceso democrático.

El jefe de Gobierno tiene la oportunidad de rectificar las desviaciones políticas en la construcción de nuestra Constitución, con la congruente inclusión de los ciudadanos, pero debe ser con los mecanismos adecuados.


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