Que se vaya Duarte

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El caso de la violación de Daphne por unos júniores en Veracruz es una muestra del grado de descomposición que guardan diversos sectores en esa entidad. Veracruz ha sido motivo de escándalo nacional por el sátrapa que lo gobierna. Desaparición de jóvenes a manos de fuerzas policiacas, ejecuciones, y ahora el escándalo de la violación de una menor de edad por jóvenes millonarios cuya banda denominada Los Porkys de Costa de Oro se dedica a las fechorías amparada en la impunidad que les da su situación social.

Javier Duarte ha sumido al estado en un mar de lodo: crimen, corrupción, inseguridad, impunidad son las divisas de ese gobierno. Ayer, Paco Calderón (caricaturista de Reforma) dibujó la realidad de Veracruz tal cual: el gobernador como un cerdo que encima de un montón de mierda que alimenta cerditos. Duarte no deja el escándalo.

Hace unos meses para festejar a los periodistas en el Día de la Libertad de Expresión, se le ocurrió amenazar a los reporteros porque algunos de ellos estaban coludidos con el crimen organizado. Cree que la solución a los graves problemas en ese estado es contar algún chascarrillo imbécil, como aquel de que lo único que pasaba en materia de delitos era que se robaban «un frutsi y unos pingüinos en el Oxxo». Eso dijo. Pero del caso de la menor violada dijo que se le hace «irresponsable» opinar sin conocer el expediente.

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¿Cuántas veces será víctima Daphne? No lo sabemos. A la salvajada cobarde de los infelices júniores, le ha seguido el drama familiar, la confrontación con su círculo, con su escuela, consigo misma. A esto le ha seguido la desesperación del padre, la denuncia pública que hace que todos hablemos de su caso. Y ese círculo de la perversidad que son las redes sociales, donde el insulto y la agresión son gratuitos. Es la revictimización sostenida. Ni la justicia reparará el daño.

El tema es repulsivo por la violación, pero lo agrava esa situación tan propia de cierta clase política y millonaria que aprende a ser criminal por diversión. Política, riqueza y delito de la mano. Uno de los violadores había recibido de regalo un Mercedes Benz ese día. La cosificación de la mujer debe ser cosa diaria en esas casas. Pero las propias redes han hecho su trabajo y han llevado ese caso al conocimiento público. Esas familias también quedarán tocadas para siempre. No debe ser sencillo acostarse sabiendo que tu hijo es un violador, un pandillero con dinero, un imbécil con ningún aprecio por la vida ni la propia ni la de los demás. Los Porkys son fruto de la impunidad y la prepotencia, de una educación primitiva; son el ejemplo claro de que el dinero convierte más fácilmente a la gente en delincuentes que en buenas personas.

La desgracia campea en Veracruz y tiene nombre y apellido: Javier Duarte. La podredumbre moral de este hombre se ha convertido en una característica de la vida pública en esa entidad. Se tiene que ir para que puedan llegar aires distintos a esa noble tierra. Mientras tanto seguirá el puerco alimentando a los porkys. Hay que mandarlo por un frutsi y unos pingüinos.


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