Presupuesto cero y los privilegios de la burocracia

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Se trata de un ejercicio que busca hacer una evaluación de todas las peticiones presupuestarias.

Una de las primeras y quizá más importantes decisiones que habrán de tomar quienes resulten electos como diputados federales estriba en la aprobación -a más tardar el 15 de noviembre- del Presupuesto de Egresos de la Federación, para lo cual antes deberán haber votado junto con el Senado la respectiva Ley de Ingresos, todo ello en un entorno económico por demás complejo.

Es claro que éste debería ser uno de los temas centrales de las campañas, no obstante salvo algunas declaraciones en torno a la cuestionada reforma fiscal que en poco les comprometen, a 19 días de iniciadas no conocemos cuales son las posturas de los partidos políticos y sus candidatos.

El que sí se ha pronunciado es el gobierno federal, quien a través del secretario de Hacienda ha señalado que para la elaboración del proyecto que presentará a la Cámara de Diputados el 8 de septiembre utilizará el método conocido como presupuesto base cero, mismo que no se ha socializado adecuadamente y por tanto la mayoría de la población no sabe en qué consiste.

El presupuesto cero es un ejercicio que busca hacer una evaluación de todas las peticiones presupuestarias y de sus objetivos, para que cada gasto se encuentre plenamente justificado y evitar que se determine inercialmente en función del presupuesto anterior.

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En principio suena bien que se haga una revisión exhaustiva de todos los conceptos de gasto para precisar cuáles son las prioridades, identificar si se están cumpliendo las metas, que proyectos o programas son prescindibles o susceptibles de ajuste, hacia donde se debe orientar el gasto para hacerlo más eficiente. Sin embargo, de acuerdo con algunos especialistas, se trata de un proceso difícil de implementar en el corto plazo ya que además de que el tiempo es limitado, un porcentaje importante del presupuesto se encuentra comprometido sobre todo en salarios y pensiones.

Precisamente por ello es muy importante que conozcamos cuál es la visión de las distintas fuerzas políticas, pues además de que ante la probabilidad de que el partido en el gobierno no obtenga la mayoría en la Cámara de Diputados, se hace necesaria la construcción de acuerdos, es un elemento fundamental para determinar el sentido del voto.

Independientemente de la viabilidad de implementar este método presupuestal para 2016 en una situación económica como la que enfrenta el país, debemos hacernos escuchar y dejarles claras nuestras prioridades (como la protección del empleo, que los programas sociales realmente lleguen a sus destinatarios o el combate a la corrupción), a la vez de exigir que se reduzcan al mínimo todos los privilegios de que goza la alta burocracia (gastos de representación, bonos, celulares, vehículos, viáticos), así como los recursos que se destinan a sindicatos y organizaciones a partir de criterios políticos y que manejan con total discrecionalidad.

¡Ya va siendo momento de que pongan el ejemplo!


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