Por: Marcos Pérez Esquer
Cuando el mundo entero se prepara para una cuarta ola de contagios, nuestro gobierno, entre la ineptitud y la indolencia, vuelve a la estrategia del avestruz.
Increíblemente, esta semana el presidente López Obrador negó que estuviéramos en la antesala de una nueva ola y recomendó a la población no alarmarse. No alarmarse parecería un buen consejo ante una crisis, siempre que con serenidad tomes las medidas de seguridad y prevención correspondientes, pero lo cierto es que el mensaje presidencial no se hace acompañar de las mejores decisiones, y eso solo nos puede llevar a enfermar -y acaso a morir- con tranquilidad.
El Secretario de Salud por su lado, Jorge Alcocer, declara que en la población infantil ómicron solo ha producido síntomas leves que se resuelven ¡con vaporup y paracetamol! No extraña viniendo de quien ha regateado consistentemente la vacunación a la población infantil, pero sí de quien se dice ¡inmunólogo!
Por su parte, el Subsecretario Hugo López Gatell, también minimiza la situación y se niega a emprender una política de vacunación para menores de 15 años (salvo a mayores de 12 que presenten alguna comorbilidad). Esto, cuando en el vecino del norte ya están aplicando la vacuna generalizadamente desde los 5 años.
Pero además miente con las cifras; señala que en México ya 72.7 millones de personas tienen el esquema de vacunación completo y que 10 millones más tienen una dosis. Ahora resulta que este otro López -el Gatell-, también tiene “otros datos”, porque de acuerdo con cifras oficiales, al 12 de diciembre pasado, solo el 50.8% contaba con el esquema completo, y otro 11% tenía una dosis.
Pero más allá de eso, lo que más preocupa es que los más recientes estudios (algunos de ellos publicados hace menos de tres semanas por el New York Times) revelan que varias de las marcas de vacunas que se han aplicado en México, como Sinovac, Sinopharm, Sputnik, y AstraZeneca, y quizá también Cansino, de la cual no hay mucha información, podrían no resultar eficaces frente a la variante ómicron, o al menos, mostrar una eficacia muy baja.
De acuerdo con esos estudios, las vacunas Pfizer y Moderna, son las que ofrecen mayor protección frente a esta variante. En ese sentido, habría que ver cuántas personas en México cuentan con esquema completo bajo estas marcas, y de acuerdo con la información disponible, no son muchas, tan solo algo así como 25 millones de personas, lo que implica que otros 100 millones no están en condiciones de enfrentar adecuadamente a ómicron.
Es cierto que la evidencia recabada hasta ahora indica que esta variante es menos agresiva, y que en consecuencia, no produciría tantas hospitalizaciones y fallecimientos, pero también es verdad que su capacidad de contagio es mucho mayor al de las variantes anteriores, lo que de suyo, implica que no se le debe menospreciar. De hecho, debido al incremento de contagios y hospitalizaciones, más de 100 países piden prueba negativa de Covid-19 a los viajeros que ingresan a sus territorios, pero México sigue sin pedirla.
En medio de todo esto, en la capital del país Claudia Sheimbaum rechaza cerrar actividades, y solo atina a llamar al reforzamiento de las medidas de prevención que, como hemos visto, en realidad han venido relajándose.
Mientras tanto, la SEP se niega al regreso a clases en línea, sin tomar en cuenta que apenas se está iniciando la aplicación de la vacuna de refuerzo al magisterio, que para acabarla de amolar fue vacunado con Cansino, y además, el presidente López Obrador arremete contra las universidades que siguen con las clases en línea diciendo que “ya se pasaron”.
En definitiva lo suyo no es preocuparse y ocuparse en lo verdaderamente importante como es la salud pública, o la seguridad pública, o la economía familiar, no, lo suyo, lo suyo, son las cortinas de humo y el show mañanero. Lo suyo está en distraernos con el proceso de revocación de mandato que no tiene ni pies ni cabeza, que costará una buena cantidad de dinero, y cuyo resultado no importa en absoluto porque ya todo el mundo lo conoce.
En vez de eso, y de mantener a México de nuevo a la saga, debería ocuparse en la compra oportuna y suficiente de vacunas eficaces, tanto para completar los esquemas, como para aplicar el refuerzo masivamente, y no solo a adultos mayores, al magisterio y al personal médico, sino a la población en general.
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