Pemex cuesta abajo

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Por: Alejandro Díaz

Después de la descalificación al dictamen de la Auditoría Superior de la Federación pareciera que nadie intentaría declarar nada que incomodara al inquilino de Palacio. Sin embargo hay tantas cosas mal hechas de las cuales se puede escribir que es fácil encontrar algo que de alguna manera difiera de los ‘otros datos’. En especial, tratándose de Petróleos Mexicanos (PEMEX), su juguete preferido, todo lo que se comente despertará sus suspicacias cuando no su animadversión.

Esa empresa, que junto con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), eufemísticamente llamadas Empresas Productivas del Estado, llevan años perdiendo enormes sumas de dinero. Ninguna de las dos genera recursos que contribuyan a las finanzas públicas, al contrario, el presupuesto federal contempla aportaciones para cubrir lo que pierden anualmente: 481 mil millones de pesos la primera y 79 mil millones de pesos la segunda. Entre ambas, en 2020 perdieron 560 mil millones de pesos, equivalentes al 20% del presupuesto. Casi los 718 mil millones de déficit.

Con esos recursos podrían haberse comprado más de 1,200 millones de vacunas, construido 2 millones de salones de clase o pagado 35% más de lo que el presupuesto federal dedica a Educación. Son dos barriles sin fondo en los que el despilfarro, el desperdicio y la ineficiencia consumen los recursos necesarios para hacer un mundo mejor para nuestros hijos.

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En PEMEX fallan tanto su sindicato como su burocracia. Desperdician recursos por incapacidad, por ambición o por ambas causas; para culminar lo que hacen mal: contaminan aire, aguas y tierras. Atentan contra generaciones futuras, y también contra la salud de la actual.

PEMEX falla desde lo básico: sus pérdidas superan incluso sus ventas (459 vs 481 mil millones). Siguen perdiendo combustible por fugas en ductos causados por el huachicol y no han logrado enjuiciar a ningún responsable. Además, según Rafael Espino de la Concha, consejero independiente de esa empresa, PEMEX enfrenta una fuerte competencia en el contrabando de combustible: 1,700 carro tanques cruzan a diario la frontera sin pagar impuestos con combustible que compite con PEMEX.

Estima ese estudio una evasión de al menos 160 mil millones (113 mil por IEPS y 49 por IVA), pero sin duda lo más grave son los $ 200 mil millones que deja de vender PEMEX, un 43% de lo que actualmente factura. La falta de una efectiva vigilancia aduanal, que teóricamente supervisa la Secretaría de Hacienda, crea un mercado paralelo que no debieran ignorar ni la paraestatal ni Hacienda ni el jefe de ambos. Es una denuncia tácita que debiera tener seguimiento cercano por las entidades mencionadas si en verdad se desea que esa empresa aporte al menos un poco al presente y al futuro de México.

El petróleo fue factor de desarrollo para muchos países, en algunos en forma increíble como en ciertos de Medio Oriente que supieron usar el petróleo como palanca de desarrollo. Pero también como Noruega que convirtió su producción petrolera en ahorro para las pensiones futuras de sus habitantes. Otros países como México, Venezuela, Rusia o Argentina no lo lograron por ineficiencias, latrocinios, sindicalismos absurdos o males endémicos, todos ellos bajo gobiernos autoritarios al menos durante buena parte de su historia.

Si no se quiere vender PEMEX por razones ideológicas o por la ilusa expectativa de aumentos de precio o del descubrimiento de nuevos pozos, se tiene que emprender un cambio profundo en todos los ámbitos: Nueva administración, nuevo sindicato, nuevas reglas más estrictas, así como educarse para el paradigma energético que se vislumbra para el futuro cercano: el uso de vehículos eléctricos en vez de los de combustión interna.

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