Me registré como aspirante a Diputado Constituyente en el proceso interno de Acción Nacional, por la urgente necesidad que siento de participar en la construcción de la Nueva Constitución para la Ciudad de México.
Nací en la Ciudad de México y aquí he vivido la mayor parte de mi vida; a lo largo de este tiempo, he podido constatar con mucha preocupación la pérdida de calidad de vida de los habitantes de esta gran ciudad, la inseguridad, la corrupción e impunidad que imperan, la pérdida de los bosques y áreas verdes, la falta de oportunidades para muchos capitalinos y la mala calidad de los servicios públicos.
Considero imperiosa la participación activa de toda la sociedad en este proceso porque la reforma que cambió el nombre de la entidad de Distrito Federal a Ciudad de México y que ordena además la elección de un Constituyente, tiene vicios de origen y serias contradicciones.
Se promueve la elección de una Asamblea Constituyente pero resulta que 40 de los 100 diputados van a ser designados lo cual es poco democrático; lo que realmente se busca es tener un número predeterminado de diputados que de entrada favorezcan el proyecto de Miguel Ángel Mancera. La Asamblea debería ser electa en su totalidad y no parcialmente.
La Asamblea Constituyente tendrá el mandato de elaborar y discutir el proyecto de Nueva Constitución, pero de manera ilógica se deja al Jefe de Gobierno la responsabilidad de presentar el proyecto de Constitución; este a su vez, nombra a un grupo de notables donde no hay constitucionalistas para que redacten quien sabe qué cosa. En realidad el documento lo está elaborando la Consejería Jurídica; el plan es, que el grupo de notables lo mismo que los asesores, simplemente avalen el proyecto. De esta forma, la Asamblea Constituyente con una mayoría predeterminada lo votará a favor.
Por estas razones considero que es imprescindible romper esta maniobra con una fuerte participación y presión ciudadanas. La Asamblea Constituyente por mandato del voto popular tendrá la soberanía para ella misma buscar a los expertos y a quienes considere necesario para elaborar el proyecto. El grupo de asesores que nombró Mancera en todo caso, podría estar al servicio de la Asamblea Constituyente.
Es muy importante que todos nos involucremos en este ejercicio porque el documento que están trabajando estos personajes cercanos al Jefe de Gobierno, no es una Constitución para la Capital y para todos sus habitantes, sino más bien un documento sesgado, ideologizado y partidizado.
Por lo tanto es muy importante que los grupos parlamentarios de la Asamblea Constituyente que realmente trabajen por una Nueva Constitución, lo hagan junto a asociaciones ciudadanas, con verdaderos expertos y académicos. Es fundamental lograr un documento que sea incluyente, sencillo, que reconozca los derechos de todos y establezca las bases de una mejor administración pública.
En la Asociación Ciudad Posible hemos venido analizando el deterioro de los principales servicios públicos de la Ciudad, especialmente el abastecimiento de agua que como ya lo hemos demostrado en este mismo espacio, se encuentra en una situación crítica debido a la sobreexplotación del acuífero. El tema debería considerarse de extrema urgencia sin embargo, las autoridades responsables, que tienen pleno conocimiento de lo representaría un colapso en el abastecimiento de agua, simplemente no actúan.
Consideramos que la solución a los problemas críticos en materia de agua y de otros servicios básicos está en una gestión eficaz, transparente y metropolitana. Por lo tanto este tema debe ser central en la discusión de la Nueva Constitución. No estamos hablando de “coordinaciones metropolitanas”; estas existen y no han funcionado; algunas se instalaron hace más de 25 años como la Comisión Metropolitana de Transporte y Vialidad y no sirvieron para nada. La Ciudad requiere con urgencia la posibilidad de crear Organismos Metropolitanos con autonomía de gestión; por ejemplo, el Sistema de Transporte Colectivo Metro debe ser “metropolitano” lo mismo que un organismo metropolitano para gestionar el transporte público “de superficie”; de agua, drenaje y saneamiento; de manejo integral de la basura y finalmente un Instituto de Planeación y Desarrollo Urbano Metropolitano que ponga orden al desastre y anarquía que impera.
El problema de la Ciudad de México es que está inserta en dos entidades federativas distintas y no ha podido resolver esta situación, los organismos municipales del Estado de México no se hablan con la administración de la CDMX; es distinto el caso de Monterrey y Guadalajara donde los servicios metropolitanos los manejan organismos intermunicipales como por ejemplo Agua y Drenaje de Monterrey que es un ejemplo de administración eficaz y de calidad.
La situación de algunos servicios en la CDMX como agua, basura, movilidad y medio ambiente es crítica. La solución está en la gestión metropolitana y la discusión de la Nueva Constitución es la oportunidad —probablemente la última oportunidad— para ir a fondo y resolverla de una vez por todas.
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