El régimen político de México está en crisis. En los hechos, los partidos no son bienes públicos porque consorcios políticos se han apoderado de ellos; su falta de democracia interna y de representatividad es la principal causa de la corrupción rampante que se sucede actualmente en la nación mexicana.
La regresión autoritaria, la desigualdad social, la colusión entre partidos, la claudicación a ser oposición, la deformación y subordinación de los poderes e instituciones autónomas del Estado, son consecuencias de la complicidad que gradualmente se consolida entre las élites políticas que dominan las instituciones partidistas. El gran problema de México es la corrupción política y el deterioro del sistema de partidos para enfrentarla.
Acción Nacional atraviesa una época oscura: enfrenta la peor crisis de su historia. Está comprometida la sobrevivencia de su legado cultural democrático y humanista. Los resultados de la elección que acabamos de vivir en Acción Nacional para la renovación de las dirigencias nacional y estatal en Nuevo León, dan cuenta de la gravedad de la situación. Fueron competencias desiguales, sin piso parejo y con muchas prácticas de manufactura verde-priísta.
Sin embargo así decidimos competir, como cuando en esas circunstancias decidíamos hacerlo contra el PRI. Por ello mismo llamamos a una rebelión de las bases, que se fue traduciendo en una rebelión de las conciencias, como un tiempo de liberación, para ejercer dignamente nuestro derecho a disentir, a diferir de la manera como se ha conducido al Partido, que denunciamos esta dolorosa tragedia política en la que han convertido a esta noble institución los simuladores y los logreros; es la rebelión que expresa a todo México que somos los que, dentro de Acción Nacional, tenemos respeto por nosotros mismos. ‘‘Porque cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que los obedecen pierden el respeto’’.
En este recorrido por el país, pude ver la mejor y la peor cara del PAN. Quedó bien claro que hay una cultura panista que resiste en el ideal y se empeña en recuperar los principios y valores que dieron origen a nuestra institución, y otra cultura priísta representada por el consorcio que ha colocado los intereses de sus socios – económicos y políticos – por encima del bien común, y está aliada con el Gobierno corrupto de Enrique Peña Nieto.
La contienda fue claramente definidora de ese contraste, entre una cultura que hace de la libertad y la dignidad humanas sus objetivos, y la otra priísta que intimida, chantajea, simula, engaña. Que practica aquí adentro, lo que tanto tiempo criticamos allá afuera. No fue por supuesto una disputa entre dos personas, sino una batalla entre esas dos culturas.
A pesar del ambiente de adversidad, siempre cuesta arriba y contra toda la cargada, nuestro llamado hizo emerger lo mejor de esa cultura panista: el espíritu generoso y el sentido voluntario de la pertenencia. Es la cultura que concibe la participación política como forma de contribuir, de aportar, de poner nuestra parte, y la otra que busca obtener una parte, conseguir una tajada, la que coloca su conveniencia por encima del partido y de México.
En ese contraste se realizó una campaña apresurada que culminó el domingo pasado, pero de ésta surgió un movimiento democrático que no sólo puede hacerle gran beneficio al PAN, sino al país como un impulso democratizador, que asuma el deber de contrapeso y denuncia frente a la regresión autoritaria que vive el país, ante la cual guardan silencio los carteles políticos oficialistas que secuestraron a los partidos de oposición, las partidocracias de Estado.
Tal y como lo pidió Don Manuel Gómez Morín, movimos las almas. Acercamos a cientos de panistas que tienen reconocimiento por su propia biografía y que ya estaban desanimados; vimos a liderazgos de enorme prestigio moral y político volver a gastar suela, a tocar puertas, buscar a los militantes de a pie, para convencerlos, para inspirarlos. La acción más funesta del consorcio es que ha alejado a varios de los liderazgos más valiosos y los ha desilusionado de la lucha, y han perdido la esperanza en el Partido e incluso en la democracia.
El mal mayor que nuestra generación está enfrentando es un deterioro brutal del sistema de partidos fruto de la corrupción política. El partido está afectado en una gran proporción de ese veneno de la corrupción. No debemos castigar a la democracia, sino a los corruptos y combatirlos en todos los niveles y en todos los sectores.
Las posibilidades de nuestra participación en el PAN deben estar orientadas por ese reto. Porque los escándalos de corrupción afectan la confianza en nosotros mismos, debilitan al Estado y corrompen la cultura cívica. La resolución del TRIFE por ejemplo, que validó el padrón inflado con el que el consorcio se volvió a imponer, es expresión de esa corrupción; autoridades electorales nombradas por partidos corrompidos.
De ahí que hayamos tomado la decisión de articular este movimiento y de encauzar positivamente esa energía revitalizadora que en poco tiempo le devolvió la esperanza a mucha gente.
Ayer se concretó de una manera espléndida en la Ciudad de México. 148 delegados de 27 estados de la República decidimos conformar el movimiento por la renovación del Partido Acción Nacional.
Es fruto de una reflexión colectiva que reafirmó en primer término nuestra permanencia en el Partido, decisión que revisaremos dentro de un año, a la luz de los objetivos y acciones que acordamos en una franca y sólida deliberación. Concurren liderazgos de enorme prestigio político y de gran contribución a la democratización de México. Se alza una fuerza que quiere influir decisivamente en la recuperación del sistema de partidos, ocupándonos en primer lugar del nuestro, para volver a ser “escuela de ciudadanos en lecciones de democracia”.
La ruta que trazamos es precisamente una lucha contra el sistema clientelar que ha erosionado la vida ciudadana a través de procesos electorales que tratan a las personas como mercancías, acarreadas y sometidas a la línea de los grupos, que impiden la entrada de panistas independientes.
Seguiremos luchando contra la onda grupera, pues ha quebrado lo más preciado del panista: su compromiso con el partido y con México, pues su lealtad se ha movido a la del grupo. El bien del partido no es referente, la verdad ha sido rehuida, la mística ha quedado ridiculizada: empañada por la venta de posiciones o el trueque de favores. La política interna se ha convertido en un juego de tahúres y no en un esfuerzo ciudadano para establecer una patria ordenada y generosa.
Entre los objetivos del movimiento se encuentran:
*Articular una red nacional de panistas que realicen una acción política en el partido de carácter permanente, que cuente con representación en cada una de las entidades federativas y en los principales municipios del país, dirigida por un órgano colegiado.
*Promover los valores democráticos: Transparencia, rendición de cuentas, legalidad, imparcialidad, debate público, respeto al ejercicio de las libertades, que sea cauce para promover la participación ciudadana efectiva al interior del partido.
*Impulsar la capacitación y formación de cuadros y liderazgos para el partido y la sociedad.
*Fortalecer a los comités municipales como la entidad fundamental del desarrollo político del partido.
*Asumir el deber de contrapeso como oposición democrática frente a la corrupción política y la regresión autoritaria que vive el país.
*Impulsar una profunda reforma al sistema de Partidos para que sean democráticos y representativos, así como una auténtica reforma nacional anticorrupción.
A su vez, hemos establecido nuestro plan de acción del movimiento renovador de la democracia interna y de rescate de los principios y valores del Partido Acción Nacional:
*Agenda política y social para la nación. Con el propósito de impulsar una reforma legal para obligar elecciones primarias en el sistema de partidos, rotación periódica de dirigencias y elaborar un programa de combate efectivo a la pobreza y desigualdad social.
*Orden Interno. Comprometer a la nueva dirigencia a firmar los 8 compromisos del grupo MASPAN en materia de transparencia, reglas de conducta ética, rendición de cuentas y combate a la corrupción.
*Depuración del padrón del partido. En un tiempo no mayor a 3 meses.
*Integración de los órganos del partido. Con base en los méritos de las personas y que representen la pluralidad política hacia su interior.
Para poder decidir acerca de nuestra participación en el partido, en un año hemos resuelto revisar los avances de nuestro plan de acción y el cumplimiento de los compromisos que le estamos exigiendo a la dirigencia electa. Si en el PAN se cancela toda posibilidad de que subsista y persista la cultura del panismo, estamos obligados a tomar los cauces donde nuestra cultura pueda afirmarse.
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