México empobrecido por su política degradada

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Por: Diego Fernández de Cavallos

Si la esquizofrenia es el trastorno mental que impide a una persona pensar, sentir y comportarse lúcidamente, esta enfermedad, en el ámbito político, es epidemia nacional. Con solo revisar los 40 millones de spots que los partidos y candidatos nos recetaron en el reciente proceso electoral, advertimos que privilegiaron la estupidez, la mentira, la injuria y la comicidad arrabalera. De ideas y lucidez, nada.

Por lo que se refiere al humilde indigente que habita el Palacio Nacional (por cierto, construido por el conquistador Hernán Cortés sobre ruinas de la eternamente llorada Tenochtitlán), hablar solo de esquizofrenia se complica, porque esta enfermedad se mezcla con su irrefrenable tartufismo con el que ha engañado y sometido a ilusos y menesterosos, quienes, afortunadamente, van despertando.

Dicen que los humanos somos los únicos animales que tropezamos dos veces con la misma piedra, pero hay algunos “muy humanos” a los que les sucede constantemente y no rectifican; siendo más grave si desempeñan altos cargos públicos.

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Lo anterior viene a propósito al recordar dos sucesos recientes que involucran al Presidente de México con dos gobiernos extranjeros:

Primero, cuando ordenó a su cancillería enviar al gobierno de Estados Unidos una nota diplomática reclamándole el financiamiento que da a una ONG mexicana “contraria” a este gobierno. No respondió la otra cancillería, lo hizo —y con inusual dureza— Joe Biden, espetándole que su gobierno seguirá apoyando a todas las organizaciones del mundo que luchen contra la corrupción. ¡Zas y recontra zas! Como diría el clásico: ¡Tenga para que aprenda!

El segundo es ahora, porque no entendió. Me refiero a la reacción pública que tuvo el susodicho en uno de sus soliloquios mañaneros al enterarse de que una empresa italiana (con inversión en México, que crea fuentes de trabajo y paga impuestos) tuvo la osadía de pedir a un juez mexicano que la proteja de un acto de autoridad que considera arbitrario, lo que enfureció al desconectado de la realidad y de la ley, y lo hizo vociferar, diciendo: “¿Qué creen que hicieron esos corruptos insensatos italianos? ¡Se ampararon!, y es una empresa de aquel gobierno”; enseguida amenazó: “Vamos a mandar una nota diplomática al gobierno de Italia para reclamarle”.

Nuestro redentor recibirá otro soplamocos si se atreve a plantear esa queja.

Como el autócrata no respeta la Constitución y las leyes, las inversiones nacionales y extranjeras están en el lomo de un venado, y si acuden a los tribunales son acosadas por su cerebro enjuto y tropical.

Por eso, durante 2019 y 2020, según el Banco de Pagos Internacionales, huyó de México la friolera de 326 mil 740 millones de pesos mexicanos. Así es como este gobierno ha creado, para su causa, 12 millones más de pobres, ¡hasta hoy!


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