Los políticos y su mejor modo de ser

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Desde ayer a las cero horas entró en vigor la llamada veda electoral. Conforme a ésta, ha quedado restringida hasta después de los comicios, la difusión de mensajes que perturbe la tranquilidad que el elector ha de tener en los tres días previos a los comicios para que en la soledad de su propia conciencia, tome –razonadamente, se supone- la decisión que considere más conveniente a la hora de ejercer pasado mañana su derecho ciudadano fundamental, que es votar.

La disposición es razonable, está bien y debe respetarse al extremo. Por eso el presente texto no hará alusión alguna, ni siquiera indirecta, a los comicios de este domingo. Pero sí a un tema político no ligado a la jornada electoral.

Vale la pena referirse hoy a un librito, de los más de veinte títulos que escribió salidos de su ágil pluma el autor español José Martinez Ruiz (1873-1967), más conocido por su sobrenombre de Azorín. Se trata de uno que simplemente tituló El Político. Contiene éste una serie de sabias observaciones respecto de quienes tienen por oficio la actividad política, las que permiten al autor presentar un buen número de recomendaciones y consejos.

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Antes de dar cuenta de algunos de los sabios consejos que Azorín ofrece a los políticos, resulta pertinente preguntarse si existe un modelo al que deban ajustar éstos su comportamiento y modo de ser. En caso de haberlo, ¿quién puede presumir de tener los suficientes conocimientos y experiencia para recomendarles cuál debe ser, en todos los órdenes, su conducta y actitudes? Y de existir tal recetario, ¿se ha de entender aplicable a todo tiempo y lugar?

Desde la perspectiva de Azorín y conforme a la visión de sus tiempos, el seguimiento al pie de la letra de sus recomendaciones permitía entonces distinguir a un buen político de otro que no lo era. Por supuesto tales consejos no se listan de manera desordenada o en forma de larga y aburrida letanía, sino descritos en un texto elegante, bien articulado, en el que el autor aborda el tema de manera sistemática en 46 breves capítulos.

Se transcriben a continuación algunas de esas recomendaciones. El político, aconseja Azorín, “no se prodigue ni en la calle, ni en los paseos, ni en los espectáculos públicos. Viva recogido…(pues) lo que mucho se ve, se estima poco; persona con quien a todas horas nos podemos comunicar, tendrá nuestra estimación…pero le faltará…ese aspecto que hace que deseemos, que ansiemos verdaderamente verla, hablar con ella, oír de sus labios tales o cuales opiniones”.

Se transcriben en lo fundamental tres más: 1. “Si queremos vivir bien y ahorrarnos muchos disgustos, achaques y aun enfermedades, debemos tomar con flema y sosiego nuestras cosas: debemos comer, vestir, ir de una parte a otra despacio. Lo que se hace precipitadamente se hace mal y a disgusto”. 2. “Sepa conservarse el político en el fiel de la balanza. No pierda nunca el sentido de equilibrio. En el arte del gobierno, el equilibrio consiste en ser entero o condescendiente, según los casos”.

Y 3. “No estime el político un elogio en más de lo que realmente vale. Agradezca la buena voluntad de los que lo elogiaron; pero por encima de los ditirambos, de las hipérboles y de los entusiasmos de sus admiradores, él sepa poner un ligero y amable desdén”. Y así, otros cuarenta consejos más.


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