Las dos pobrezas

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Cinco siglos antes del advenimiento de Cristo, el filósofo chino Confucio expresaba que: “Donde hay educación no hay distinción de clases”. En pleno siglo 21 esto es absolutamente vigente.

Y lo es, porque la función sustantiva de la educación en el desarrollo, tanto individual como colectivo de los seres humanos y los pueblos, es decisiva en nuestros días, en el hoy, porque el debate sobre la desigualdad ha entrado de lleno en las agendas públicas de los países.

Según un informe de Naciones Unidas, el 8 por ciento de la población más rica del mundo posee el 50 por ciento de los ingresos a nivel mundial, mientras que el 92 por ciento comparte el otro 50 por ciento.

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Asimismo, mil 200 millones de personas viven con menos de 1.25 dólares al día, y 175 millones de jóvenes de países con ingresos bajos y medio bajos simple y llanamente son incapaces de leer una frase o parte de ella.

La desigualdad provoca ausencia de equidad en el acceso a la educación. Y la falta de educación, o una educación de baja calidad, generan pobreza y desigualdad. Los niños y niñas que no pueden desarrollar su potencial a través de la educación, tienen muy condicionado su futuro, porque la situación crónica de pobreza y exclusión pende como espada de Damocles, sobre su vida entera. Se trata de niños, y sobre todo niñas, condenados desde que nacen a vivir en medio de la carencia eterna de todo cuanto le permite a las personas vivir como tales.

En septiembre próximo la comunidad internacional deberá ponerse de acuerdo para establecer la nueva agenda de desarrollo universal para los próximos 15 años. Una de sus prioridades será la lucha contra la desigualdad, con la educación como uno de los pilares fundamentales para combatirla en todos los países y sociedades del mundo.

Sí, LA EDUCACIÓN, porque es el instrumento idóneo por antonomasia para promover el desarrollo integral de manera equitativa, es el multiplicador de oportunidades para emparejar las condiciones con las que las personas pueden VERDADERAMENTE mejorar su existencia.

La educación DE CALIDAD, inclusiva, transformadora y equitativa, aumenta la capacidad crítica de las personas, la que les enseña a reflexionar y a hacer juicios de valor, la que los compele a participar en la vida pública y por ende a fortalecer la democracia. Es la educación la que les permite aumentar sus ingresos al acceder a mejores empleos y esto genera crecimiento económico para el país.

Urge, por ello, que la educación sea la prioridad número UNO en la agenda del desarrollo nacional. La educación vuelve prósperas a las comunidades, por eso Nelson Mandela señalaba que “la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”.

Hicimos una reforma educativa, ¿por qué se está batallando tanto para implementarla? Son las propias criaturas del régimen las que se están encargando de bloquearla ¿Quién o quiénes están financiando la debacle?

Por otro lado, pero vinculado, esta semana el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) dio a conocer las cifras sobre la pobreza en México. Son desalentadoras. Aumentó el número de mexicanos en pobreza, de los 53.3 millones que había en 2012, a 55.3 millones que se contabilizaron en 2014.

Es más que evidente que en materia económica el País no está avanzando y este déficit se está reflejando en muchos otros ámbitos de la vida como en la educación, el bienestar y la seguridad.

Las cifras dadas a conocer por Coneval sobre la pobreza en México, muestran que el desempeño de este gobierno en materia social va en retroceso. La errónea reforma fiscal implementada por el gobierno peñista está afectando de manera directa a las familias mexicanas. El aumento del IVA en la zona fronteriza, la no deducibilidad de las inversiones, la cancelación del Régimen de Pequeños Contribuyentes y el IEPS, constituyen parte de las malas decisiones del Gobierno Federal en materia económica, mismas que los legisladores del PAN señalamos como equivocadas desde la Cámara de Diputados y las votamos en contra, y aun aprobadas por los tricolores y sus ad lateres, insistimos en corregir, están dañando gravemente la economía de nuestro país.

¿Qué espera el gobierno peñista para corregir el rumbo? ¿Hasta dónde cree que el País va a aguantar esta crisis? Es un caos su administración. No bastan los discursos para decir que todo está bien, esos que él pronuncia dentro y allende los mares. México está viviendo horas aciagas, y el 2016 no será Jauja. Tiene que escuchar otras voces, otros puntos de vista, la cerrazón y la soberbia de quienes lo asesoran están llevando a nuestro País al precipicio.


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