La mala cara de Buenrostro

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La intempestiva renuncia de Tatiana Clouthier a la Secretaria de Economía dio una mala señal a los principales socios comerciales de México. Fue justo durante la crispación por la demanda por el incumplimiento de acuerdos firmados lo que la llevó a renunciar. Su superior no quiso mover ni una coma a su postura. La secretaria Clouthier se topó con la intransigencia de órdenes de quien quiere se haga su voluntad aunque no sea la correcta y ni siquiera conveniente para el futuro de México.

El nombramiento de Raquel Buenrostro como la nueva titular de Economía no augura una solución para el diferendo con nuestro primer comprador y principal inversionista extranjero. Su desempeño en el SAT (Servicio de Administración Tributaria) la muestran como inflexible y poco dispuesta a negociar y permite suponer que está en esa posición no para hacer honor a su nombre, sino por el contrario, para mostrar la mala cara del régimen.

Clouthier en su momento, y Buenrostro ahora, fueron nombradas para negociar en nombre de quien no está dispuesto a ceder. Ambas recibieron un mandato ingrato: ganar todo el tiempo posible para no ceder en algo que no tenga una salida al gusto presidencial. Todo secretario con una responsabilidad al más alto nivel por supuesto debe seguir órdenes, pero sin renunciar a su criterio y a sus valores. Evidentemente Tatiana Clouthier decidió no aceptar indicaciones que van contra la letra de lo acordado, y parece que Buenrostro no tiene esa reticencia pues va luchar contra viento y marea para complacer a su superior aunque no tenga justificación legal que argumentar.

La Buenrostro ya mostró su mala cara comenzando con sus subordinados al pedir la renuncia de la subsecretaria de Negociaciones Internacionales, de cuatro directores generales y de un jefe de unidad, pero no por incapacidad o falta de resultados. Les pidió la renuncia a la mala: acusándoles de ocultar información y cuestionando su integridad personal con la amenaza de levantar actas administrativas que pudieran conducir a sanciones penales. Despidió a la primera plana encargada de discutir técnicamente con las contrapartes extranjeras, incluso a la funcionaria responsable de organizar la reunión de la Alianza del Pacífico de la que México será anfitrión en noviembre. Por supuesto que también excluyó a los responsables del seguimiento al T-MEC con sus contrapartes canadiense y norteamericana, como si pudiera sustituirlos de inmediato con funcionarios capaces. Se aferra a la máxima de que si son 100% comprometidos con la causa no importa la capacidad. Si ya de por sí la disputa es complicada, sin funcionarios capaces no habrá forma de resolver asuntos por consenso. Buenrostro va de frente contra un adversario formidable. Como si se empeñara en un choque de trenes a toda costa.

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Este jueves 3 está programada la primera reunión de ella con Katherine Tal para iniciar pláticas que pudIeran conducir a un arreglo. Ambas saben que si éste no es posible, las contrapartes forzarán al establecimiento de un panel en el que México no tiene oportunidad de ganar. A pesar de ello, el inquilino de Palacio sigue diciendo absurdamente que le asiste la razón.

Si se establece el panel y México es declarado en falta, sin duda nuestros socios comerciales impondrán aranceles, entre 10 y 30 mil millones de dólares, a nuestras exportaciones. Quizá no a las automotrices porque también los afectaría a ellos, pero si a las agroalimentarias que hasta ahora compiten ventajosamente. Frutos rojos, aguacate, jitomate, tequila, cerveza, etc. dejarían de ser competitivos en Norteamérica y se perderían varios miles de empleos, especialmente en el campo.


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