La irrelevancia del ejemplo

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El presidente Peña ha dado pasos en materia de transparencia. Lo increíble es que sus subordinados no sigan el ejemplo. De nada sirve que el Presidente ponga al ojo público su situación patrimonial si su equipo se niega a hacerlo. El caso de Alejandro Murat es escandaloso por esa razón. El Presidente hace pública su situación patrimonial y el director del Infonavit dice que no está obligado a hacerlo. Es de un cinismo bárbaro. Embarran al Presidente con tal de no quedar mal ellos.

El cese de Alejandro Murat no debe ser por los actos y propiedades de su padre, tío, suegra o esposa, como alega ridículamente, sino por no estar a la altura para defender al Presidente. Decir que no esta obligado a hacer público sus bienes, significa que a él no le importa la suerte que corra el titular del Ejecutivo en el tema patrimonial.

Si hay la percepción de que el Presidente está solo es porque su equipo lo ha abandonado. Por eso eligieron a la esposa para dar la cara, para que se quemara ella y no el equipo. Son cobardes. Se ocultan en las respuestas del Presidente, prefieren cargarle la culpa a él que aceptar la propia.

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Se supone que en política todos se mueven para cubrir al “jefe”. Ante las adversidades, se trata de que no le pase nada, que mejor hablen mal de uno que de él. La gran estructura gubernamental, o partidista, debe ser un tablero lleno de peones y alfiles que puedan ser sacrificados en cualquier jugada. Pero en este gobierno las cosas son al revés: prefieren cuidarse a sí mismos que al Presidente. ¿Es más importante el titular del Infonavit que el Presidente? Parece que sí. El Presidente puede, y debe, defender a su equipo, dar la cara por ellos, apoyarlos en los momentos difíciles. El Presidente no puede dejar que le cambien el equipo a periodicazos, pero de ahí a cargar con el tema inmobiliario de todos los niveles burocráticos hay una gran diferencia.

Sorprende que las decisiones del Presidente no sirvan para nada a sus subordinados. Dan la señal de que Peña va por un camino y que nadie lo sigue. Si la imagen del gobierno es de corrupción, los miembros del gabinete no abonan en nada a limpiar esa imagen. Se la cargan al Presidente. Como Alejandro Murat, al que nada le cuesta seguir usando las propiedades de su tío, esposa, suegro, primo y a saber quién mas salga. La imagen de corrupción la carga el Presidente. Él paga. Por más que se esfuerce su ejemplo es, para los suyos, irrelevante.


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